[THELEMA EN ESPAÑOL]

Home/Join | Listado | Después | Previo | Al azar

alt-webring.com

thelema en español: El catalizador (Thelémica historia de amor) parte 1

domingo, 12 de julio de 2009

El catalizador (Thelémica historia de amor) parte 1

93
La siguiente es una historia de amor "El catalizador", ambientada en Mérida Yucatán. No hay muchas historias de amor que sean thelemicas, ésta es una. Tiene una extensión de 34 páginas en Word, por lo tanto la iré publicando por entregas.

93 93/93
-------------------------------------------------------------------------------------
El Catalizador
Por: Juan Sebastián Ohem

Viernes
Patricio Vol 2 días antes del huracán
Las notas amarillas van a la pila del lado derecho. Las toma una a una y las anota en un registro de Excel, concepto de venta, precio, pago con IVA final. Una máquina podría hacer su trabajo. Patricio suspiró contemplando la enorme pila de notas por procesar. Las paredes de su cubículo plástico se encogen a cada hora que pasa. “Pronto,” piensa Patricio Vol “será tan pequeño que no podré escribir a computadora. Esa sí que sería una buena excusa.” Olió el perfume de su coordinadora, Estela la vaca. Se plantó detrás de él mientras trabajaba. “Persianarte” estaba teniendo una buena racha y el personal estaba más amenazado que nunca.
- Pato,- Detesta que le llamen Pato, pero se aguanta.- no quiero más llamadas personales en horas de trabajo.
- Sí Estela, por supuesto. No he usado el teléfono para nada.
- Tú no, pero te llama Penélope todo el tiempo. No quiero que te andes distrayendo con tu prometida.- Era una carnada. Sus compañeros de trabajo se detuvieron, esperando la respuesta. Tenía que decir algo, terminar con el asunto de una vez.
- Ya no es mi prometida.
- Ah, es cierto. Eres el cornudo.- Todos en la oficina comenzaron a reír. Patricio sonrió falsamente y regresó a su trabajo.- Dile a Penélope que no te hable aquí, y que si sigue buscando a su padre puede escoger uno de aquí, seguro que todos ya se la echaron.

Hacía dos meses que Penélope le había soltado la sopa. El bebé no era suyo. La oficina entera estaba enterada, pero aún así era la broma recurrente. El pato cornudo. Había estado muerto de nervios, sin estar listo para ser papá. Se habría salido con la suya de no haber sido por su conciencia. Ella no hubiera podido dormir tranquila sabiendo que su marido sólo estaba a su lado porque cree que el niño que educa es suyo. Tarde o temprano se sabría. Temprano era mejor que tarde.

Elsa la vaca hizo otro par de bromas semejantes a lo largo del día. Penélope volvió a llamarle al trabajo, ella no sabe que Patricio no tiene teléfono propio. La curiosidad le estaba ganando. Normalmente le llamaba para disculparse/rogar, pero al paso de los dos meses había madurado. No amaba al sujeto con quien le fue infiel, pero parecía una persona decente y responsable. Penélope se quedó a la mitad, había estado engañando a Patricio por más de tres meses, quería dejarlo por Bobby pero se acababan de mudar juntos. Se embarazó y decidió seguir la farsa por más de medio año, pero Patricio tenía límites.
- Pato, espérame un segundo.- Elsa lo atrapó antes de que abandonara el cubículo.
- Dime Elsa.- Ella le entregó un sobre manila repleto de dinero.- ¿Nos pagan la quincena?
- Ya quisieras. No, les pagamos el lunes.
- ¿Y el huracán? He leído que pega el mañana o pasado.
- ¿Y? El lunes los quiero a todos aquí tempranito. Nada de excusas, y no doy oportunidades, ni siquiera a los cornudos. Necesito que lleves eso a la bodega y ayudes a mover unas cajas.
- Pero ese es trabajo de Gerardo.
- Despedí a Gerardo, tú tienes tiempo libre. Yo no tengo tiempo libre, así que adiós y nos vemos mañana. Te quedas con el licenciado Hernán.

Patricio bajó a la bodega, le entregó al tesorero el sobre con dinero. Le ayudó a contarlo, separando en billetes de distintas denominaciones y dejó que el abogado lo guardara todo en la caja fuerte. El tesorero le pidió que moviera cajas de archivo muerto y, al verlo hambreado y de mal humor, le dejó irse.
- ¿Patricio?- Penélope lo esperaba al lado de su auto.
- Penélope, te ves… a punto de estallar.- La palabra “gorda” le pareció un tanto extrema. Penélope abrazó su vientre a punto de explotar y sonrió.- ¿Qué haces aquí?
- Quería hablar contigo.
- Creo que ya dijimos todo lo que teníamos que decir.- Estela pasaba en auto frente al estacionamiento, bajó la ventanilla y se rió de él a todo pulmón.- Otro día en el paraíso.
- ¿Te acuerdas que platicamos sobre regresar y tener juntos a este bebé?
- No, no realmente. ¿Me das permiso? Me gustaría ir a casa y embriagarme hasta perder la conciencia.
- Bobby se fue.
- ¿Se fue?
- Sí.
- ¿Se fue del departamento que yo pagué cuando pensé que iba a ser papá o se fue de tu vida?
- Las dos.
- Vaya, que mala suerte tienes. Eso tenemos en común.
- No tienes que ser tan irónico.
- ¿Qué te dijo tu mamá?
- Ya sabes cómo son mis papás, son demasiado religiosos. Quieren que me mude con ellos.
- Suena como una buena idea.
- No puedo, no quiero.
- ¿Te quedarás en el departamento?
- En el Cortijo.
- ¿Qué tienes con ese hotelucho? Siempre que hay un problema escapas allá. No voy a regresar contigo, parece que Bobby tampoco, así que regresa con tus papás. Serán unos fanáticos ignorantes, pero al menos te quieren.
- ¿Tú no me quieres?- Patricio se subió al auto y lo encendió mientras buscaba qué decir. La respuesta era obvia, pero no quería lastimarla.
- Nuestra relación era un asco incluso antes de que te embarzaras. Vuelve con tus papás.
- No existe el “amabas”, solo el amor.- Patricio comenzó a reír hasta que le salían las lágrimas.
- Cómprate un diccionario Penélope. Y regresa con tus papás.

El viaje a casa fue silencioso. Se preocupaba por Penélope, pero no lo suficiente como para regresar con ella y criar a un hijo que no era suyo. Además, la conocía demasiado bien, en cuanto ella tenía lo que quería, se aburría y se iba. Le haría lo mismo si regresaba con ella para jugar a ser papá. Perdió a casi todos sus amigos cuando dejó a Penélope, eran más amigos de ella que de él y nunca se lo perdonaron.

El estomago gruñó, pero sin su pago no podía parar a comprar nada de comer. Su única consolación era que los viernes podía pedir una pizza y emborracharse con cerveza en el sillón mientras veía televisión y platicaba con Rodrigo. Las paredes de las pequeñas casas de Fraccionamiento Montejo parecían hechas de papel y su vecino lo escuchaba tanto como él a su vecino Rodrigo. Ambos de 28 años se habían hecho amigos de inmediato y los viernes era su día especial. Veían la misma película de bajo presupuesto y la comentaban entre los dos. Patricio llegó después de las nueve y le platicó su día, a lo cual Rodrigo concluyó en invitarlo a su casa.
- Ya compré la pizza, y tú no tienes dinero.
- Gracias Ro.- La casa de su vecino era idéntica, diferenciándose únicamente en los retratos y los detalles, pero tenían hasta los mismos muebles. Las casas ya venían amuebladas al momento de comprarse.- Traigo cerveza.
- Acomódate.- Rodrigo se acomodó en su sillón reclinable mientras pasaba los canales.- Me pareció ver anunciada la película de la serpiente gigante.
- Tienes muchas fotos, yo tenía sólo la de Penélope, que ahora está debajo de la cama.
- Que descaro ir a verte a tu trabajo.
- Si fuera por mí, yo me quedo con su hijo y ella con mi trabajo.
- ¿Tan mal está?
- Hoy tuve el récord, quince impulsos asesinos en un día. Ahora me tienen trabajando en el sótano cargando cajas y ayudando al tesorero a meter cosas a la bóveda.- Una de las fotos llamó su atención, Rodrigo con un grupo de jóvenes que se graduaban.
- ¿Tienen caja de seguridad?
- Sí, prefieren dejar el dinero ahí y llevarlo al banco una vez al mes. Está asegurado, por lo que nuestro salario no corre peligro. Pero eso no es lo que me enoja…- Patricio se quedó viendo la fotografía, conocía a una de las mujeres.
- ¿Sabes qué deberías hacer que te haría sentir mejor?
- ¿Qué?
- Robar el lugar. Sabes cómo llegar a la caja fuerte, sin duda la puedes sacar de su lugar y cargarla.
- ¿Para qué? Sé la combinación.- Se acercó a Ro y le mostró la mujer en la fotografía.- ¿Conoces a esta mujer?
- ¿Gina? Sí, éramos buenos amigos cuando estudiábamos. Nos fuimos alejando con el tiempo. ¿La conoces?
- Claro que la conozco, cuando era niño estaba loco por ella. Me acuerdo de su olor, olía idéntico a mi limonero. Ahora está crecida, pero es idéntica. Apuesto que aún huele a limones.
- Aguántame un segundo, ¿tú eras el niño que jugaba a la pelota en la calle y le rompió un vidrio a la mitad de la noche?
- Sí, ese era yo, ¿te contó que su mamá estaba asustada?
- Pensaba que la estaban robando…- Pasaron unos momentos en silencio, mirándose con curiosidad.- El mundo es un pañuelo. Creo que es soltera, ¿quieres que le llame? Me platicó mucho de ti, no me di cuenta que eras el mismo Patricio.
- Sí, sí, háblale.
- Mañana en la mañana la busco. Pero quiero que me hagas un favor a cambio.
- ¿Qué cosa?
- Piensa en lo que te dije, sobre robar Persianarte.
- Ja, sí como no. Yo no soy así, soy…
- ¿Un perdedor? Aprovecha que la marea cambia a tu favor.
- Lo pensaré, pero tú tienes que comunicarme con Gina.

Viernes
Frida Maité 2 días antes del huracán
El auto ronroneaba en su lugar del estacionamiento. Quería obligarse a hacerlo, pero sabía que tenía miedo. Estaba confundida, pero eso no era novedad. Era parte de su ciclo de malas decisiones, siempre escogía novios borrachos, manipuladores y groseros. Gonzalo Farjat había sido de los peores. El hijo del dueño de las tiendas Gran Farjat era poco menos que un troglodita cavernario. Era enfermizo, de eso no tenía duda, pero terminar su relación era el primer paso a dejar atrás su rutina de dependencia. Había otra razón, un plus, y era que su padrastro, Jorge Bran, estaba en negocios con la familia Farjat. Su padrastro fue el primero en celebrar que Gonzalo era su novio, ahora tenía la oportunidad de lastimar a su padrastro y no había nada que él pudiera hacer al respecto. Vivía con él, pero a regañadientes, su madre pensó que los haría más cercanos. Su madre había huido a Europa con tal de no tener que vivir con él todos los días.

El momento de la verdad. Revisó su apariencia en el ascensor, falda larga con botas, blusa de flores y sus perforaciones en los labios. Gonzalo odiaba cuando se vestía así. Frida odiaba a Gonzalo. Tan sencillo como eso. Su padre se había cansado de él y le había dado un trabajo, supervisor del área de electrónicos. Eso quería decir que podía jugar Xbox 360 todo el día sin que nadie lo molestara.
- Óyeme ingrato.- Los dos vendedores se irguieron de inmediato y voltearon a ver a Farjat, con gran expectación.- No me puedes tratar como tapete de bienvenida sólo porque tienes dinero. No me hables, no me nada. Déjame en paz. Si no te veo nunca jamás, será demasiado pronto.
- Frida, querida, cálmate. ¿Es porque te dejé plantada? No pude llegar.- Se hacía el macho frente a los vendedores que parecían adorarlo.
- Ernesto me contó que te vio con esa golfa amiga tuya.
- Después de todo lo que hice por ti, la gente que te conecté, los lugares que te enseñé.- En un movimiento fluido Frida tomó un artículo del aparador y lo lanzó fuertemente contra su entrepierne.
- Y otra cosa, cuando te dije que eras de tamaño normal, mentía. Adiós chiquito.

Se sentía iluminada. Revigorizada. Era inmortal, podía doblar el acero, predecir el futuro, volar por los aires. En ese momento era capaz de cualquier cosa. Faltaba la segunda parte de su plan, anunciar su decisión a su padrastro y volverlo loco. La mansión quedaba cerca del Gran Farjat de la colonia México, pero parecía estar totalmente vacía, a excepción de Julardo el jardinero. Julardo le daba miedo, ese bigote lo hacía parecer malvado y la cicatriz en la frente lo hacía parecer violento. Nunca había cruzado palabra con él, pero siempre sentía su mirada.

Entró sin hacer ruido, pero se encontró a su padrastro en su despacho con la puerta abierta. Aquello era una novedad, Jorge siempre había sido un hombre muy privado. Frida se escondió detrás de una columna y aguzó el oído.
- Mi doctor es tan pesimista que llamó a un sacerdote por mí. La caja, tiene que ser la caja. Quédate cerca de Oleg, él tiene la caja.
- Está bien, -dijo Julardo.- pero si no sabemos de cuánto tiempo disponemos, de nada nos servirá.
- Tú déjamelo a mí. Hablaré con él, quiero saber qué tiene.
- Yo me quedo detrás, le guardo las espaldas, ¿ésa es la idea?
- Sí. Todo gira en el primogénito, el anciano duda que sea Humberto Nanché, tengo que saber quién es.
- Déjame ir a preguntarle.
- Bien pensado, mañana a primera hora. Te pasaré la dirección por celular.
- ¿Qué hacemos con nuestro templo?
- Déjame la llave debajo de la rana, como siempre.

El jardinero caminó a centímetros de Frida, quien aprovechó el primer momento que tenía para salir de la casa y recorrer el patio. La rana a la que había hecho referencia su padrastro era una rana de cerámica que servía de maseta. Llave en mano, Frida buscó en la casita de Julardo. Era una cabaña a medio derruir con una trampilla en el suelo. La trampilla estaba bajo llave. Una larga escalera de mano le llevó a un sótano oscuro repleto de velas. Encendió algunas y se quedó pasmada.

El sótano era un lugar macabro repleto de velas, figuras trazadas con tiza en el suelo, fotografías de enemigos comerciales y una cabra muerta a medio partir en dos. Frida no podía asimilar toda la información. Sabía que su padrastro era un hombre extraño y el jardinero un sujeto macabro, pero jamás se hubiera imaginado que juntos practicaban magia negra.

Reconoció algunas de las fotografías como enemigos acérrimos de su padrastro. Una de las fotografías era la suya, y extrañamente no se sintió sorprendida. Muchas fotografías a medio quemar de su ahora ex novio, Gonzalo Farjat. Algunas de ellas bañadas en la sangre del apestoso cadáver de cabra. La habitación le mareaba, el asqueroso olor de la cabra le ponía de pálida a verde y la mala iluminación hacía que toda la demencia viajara en círculos. Encendió más velas hasta que se dio cuenta que había un foco a la mitad de la habitación.

La iluminación mejoró, aunque el lugar seguía siendo macabro. Se sentó en un banquito en la esquina y trató de pensar. Desde que había perdido el trabajo que su padrastro le había dado, se había vuelto caprichosa. Sabía que era su culpa, pero también culpaba a Gonzalo. Lo único que le importaba era verse bien, ir a lugares exclusivos y conocer gente igualmente despreocupada. Se sentía traicionada por ella misma. Algo muy serio estaba pasando y quería saber qué era. Además de las fotografías la única otra fuente de información que encontró fue una caja de velas que, según la descripción de la etiqueta eran “hechas a mano para trabajos intensos por el mejor santero.” Aparecía un nombre “Romino” y la dirección del lote del mercado.

Regresó todo a su lugar y salió de ahí, dejando la llave debajo de la rana como la encontró. Era tarde para hablar con el santero, averiguar qué tanto hacía Jorge Bran, lo podía hacer en la mañana.
- Julardo dice que el huracán nos pega mañana.- Jorge apareció detrás de ella en cuanto entró a la casa.- ¿Tú qué crees?
- No sé, parece que va a llover.- Se fijó por la ventana, tratando de mantener la compostura. El ambiente era raro, mucho viento, nubes negras y relámpagos, pero nada de tormenta.
- Les dije a doña Queila y doña Luna que se quedaran en sus casas. Me imagino que podemos hacernos nuestras comidas y vaciar nuestros botes de basura, ¿no crees?
- Sí, claro que sí.- Subió un par de escalones, pero Jorge le tomó del brazo.
- Hablé con el señor Farjat, su hijo le contó una historia interesante.
- Corté con él. Era un grosero maleducado.
- Después de lo mucho que trabajé para que encontraras novio…- No le gustaba el modo en que lo dijo, como si hubiera recurrido a trabajos de santería. Una parte de ella se reía de la idea, otra parte de ella sabía que sin duda así había ocurrido.- Pero, si no es bueno para ti, que así sea. ¿Qué harás estos días?
- Buscar trabajo, si no puedo manejar una tienda de ropa, buscaré algo más.- Jorge le dejo ir, pero la siguió con la mirada hasta su habitación, en la cual se encerró hasta que el hambre la empujó a bajar a la cocina para robar alimentos.

Leer más...

No hay comentarios: