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thelema en español: El catalizador (Thelémica historia de amor) parte 4

domingo, 12 de julio de 2009

El catalizador (Thelémica historia de amor) parte 4

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La siguiente es una historia de amor "El catalizador", ambientada en Mérida Yucatán. No hay muchas historias de amor que sean thelemicas, ésta es una. Tiene una extensión de 34 páginas en Word, por lo tanto la iré publicando por entregas.

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Sábado
Charlie Puc y Ale Pardo un día antes del huracán
Gonzalo seguía tan tranquilo como en la noche anterior. Lo mismo no podía decirse de Charlie y de Ale, quienes habían comprado todos los diarios y los habían dejado en la mesa. En todas las primeras planas aparecía la noticia del secuestro. La teoría de Gonzalo, de que su padre resolvería todo fácilmente, sin atraer la atención, estaba equivocada.
- ¿Y qué? Pensé que el viejo se asustaría, pero al parecer su ego puede más. No quiere decir que sepan qué está pasando. Es más, éstas son buenas noticias, significa que se lo toma en serio.
- No sé porqué no soy tan optimista como tú.
- Lo único que podemos hacer ahora es que se vayan a trabajar. Actúen normal, si la cosa se pone muy tensa me voy, digo que mis captores me dejaron libre y listo.

No tenía sentido seguir discutiendo. En cierto sentido Farjat tenía razón, concluyeron que lo mejor que podían hacer era ir a trabajar y fingir que Gonzalo no estaba escondido en su casa. No era fácil, por supuesto. Todos en Gran Farjat, vendedores y clientes, hablaban sobre el secuestro. Los rumores de un ángulo político en el secuestro, eran aceptados como hechos absolutos. Escondidos en su departamento de electrónicos, Charlie y Ale decidieron contar los minutos antes de salir. Había pocos clientes, el clima estaba raro y temían que el huracán pegaría el domingo. Naturalmente esperaban salir temprano, sin embargo fueron escogidos para asistir en la ardua y aburrida tarea de hacer inventario para la aseguradora, de modo que si la tienda sufría daños, la aseguradora sabría cuánto dinero se había perdido. El inventario no tenía nada de difícil, cada artículo en la tienda aparecía en algún registro electrónico, por lo que sólo tenían que mostrar sus registros al agente de la aseguradora y nada más.
- ¿Estás bien Charlie? Te noto nervioso.- Dijo Alejandro, su supervisor de ventas.
- Es el huracán, siempre me pone nervioso.
- Y que me lo digas, mi casa no tiene todas las ventanas.- Alejandro firmó los papeles que tenía que firmar y, cuando Charlie y Ale regresaban a su estación, les detuvo con un chiflido.- Casi se me olvida, hay un agente de la PGJ que quiere hablar con ustedes.
- ¿Sobre qué?
- La muerte de Lady Di. ¿De qué será?
- Ah, claro. ¿Dónde está el agente?
- Les espera en su estación.- El agente, Jacobo Soto, era un hombre grande, corpulento y con una cicatriz debajo del ojo izquierdo. Les pareció un hombre duro y una terrible amenaza.
- Ustedes deben ser Carlos “Charlie” Puc y Alejandro Pardo. Soy el comandante Jacobo Soto de la PGJ.
- Carlos “Charlie” Puc, cuando lo dice así suena como si fuera el Chapo Guzmán.- Bromeó Charlie.
- Si lo conociera, -siguió Ale.- vería que se parece más a Alejandra Guzmán.
- ¿En qué le puedo ayudar?- Corrigió Charlie.
- Ustedes trabajan con el señor Gonzalo, ¿es correcto?
- Sí, así es.
- ¿Es su amigo?
- No, él ya tiene a sus amigos.
- Pero salieron anoche juntos a un bar muy exclusivo, ¿su salario les alcanza o él les invitó?
- Ahorramos. Mucho tiempo, de hecho. La verdad que fue en vano, nos corrieron poco después de entrar. Íbamos separados, él no sabía que iríamos al Envy, fue coincidencia.
- El cadenero dice que él intercedió por ustedes, para hacerlos pasar. Eso suena como algo que los amigos harían por otros amigos.
- Bueno, nos llevamos bien con Gonzalo, pero no como amigos.
- Les vieron salir juntos, ¿adónde fueron?- Iba mal, muy mal. Ambos lo sabían, el comandante lo sabía, y los tres sabían que el otro sabía que todo iba terriblemente mal. Eran sospechosos principales.
- A ninguna parte, o sea, salimos nosotros y Gonzalo ya se iba también. No sé adónde habrá ido.
- ¿Gonzalo iba solo?
- Sí.
- ¿No le parece sospechoso que Gonzalo Farjat, un hombre adinerado, con novia y con la habilidad de ligar mujeres en bares, se fuera temprano del Envy sin nadie que le acompañara?
- No tiene novia.
- Frida Maité, ¿sabían que era su novia?
- Sí, ayer la vimos aquí. Vino a cortar con él, fue muy hostil.
- Interesante. ¿Están seguros que no saben adónde iba o si iba solo?
- No, ni idea.
- Eso es todo entonces, que tengan una buena tarde. No se vayan muy lejos, hablaré con ustedes más tarde.- Le vieron alejarse mientras hablaba por teléfono. Tenían miedo de respirar, suspirar y relajarse. Tenían miedo de moverse, como si rascarse la nariz de inmediato le diera al comandante todas las pistas que necesitaba para arrestarlos.
- Estamos perdidos.- Dijo Ale.- Somos sospechoso principales.
- ¿Cómo demonios sabe todo eso?
- Habló con todos los empleados del Envy, ¿qué esperabas? Gonzalo es de la casta divina.
- Casta beduina será.
- Como sea, la policía no escatimará gastos en arrestarnos y meternos a un hoyo.
- Una hora, eso es todo lo que nos queda. Una hora y nos vamos a casa, hablamos con Gonzalo y vemos qué se puede hacer.
- Oigan muchachos.- Alejandro les sorprendió por la espalda.- Ya casi terminamos, media hora cuanto mucho y ya todos podemos ir a casa. Bueno, al menos ustedes, nosotros nos quedamos a apagar todo y cerrar.
- Esas son buenas noticias.- Parecía una reducción de la condena.
- ¿Hablaron con el comandante? Qué intenso, ojalá no los usen como chivos expiatorios.
- ¿Qué?- Charlie estaba pálido. Sintió que sus piernas le temblaban y se sentó para respirar.
- Por cierto, un reportero quiere hablar con ustedes, Ifigenio Balam, es de la República. Recuerden promocionar nuestra línea de verano.- El reportero subía las escaleras mientras Alejandro se despedía de ellos.
- No puede ser, esto es demasiado.
- Calma.- Alejandro le puso una mano en el hombro y en voz baja le susurró.- Prepárate para correr.

Ale se fue antes de que el reportero lo interceptara, dejando a Charlie temblando de miedo. Entró en la oficina del supervisor que, debido al inventario, estaba sin vigilar. Se subió al escritorio sosteniendo una revista y su encendedor. Le prendió fuego a la revista y la acercó a la regadera de incendios. El mecanismo sintió el fuego y se activaron los rociadores de la tienda. Ale interceptó a Charlie mientras corría para alejarse del reportero. Corrieron sin detenerse hasta llegar al auto y aceleraron lo más rápido posible, tratando de esquivar a los demás vendedores que aprovechaban la confusión y el desalojo para dar por terminada su jornada. El día había terminado. Bajaron las ventanillas para respirar el aire nocturno, pero Charlie manejaba lo más rápido posible para llegar a casa cuanto antes.
- Calma, me gustaría llegar con vida.
- Eso estuvo cerca Ale, demasiado cerca.
- No tenemos nada de qué preocuparnos, tengo la carta de Farjat en el bolsillo del saco. Ésta noche lo platicamos y, si seguimos asustados mañana, vemos de terminar toda la farsa.
- El huracán, no puedo creer que nos olvidamos de eso. ¿Qué hacemos si nos quedamos sin luz una semana?
- ¿Usar velas?
- No, idiota, me refiero a los vecinos.
- ¿Usarán nuestras velas?
- No tarado, salen a la calle, Farjat se muere de calor en la casa. Lo reconocen por las ventanas y llaman a la policía.
- Piensas demasiado.- Charlie se siguió en la glorieta de la mestiza, cuando tendría que haber dado vuelta.- Esa era la vuelta.
- ¡Alguien tiene que pensar!- Charlie se aferró al volante y giró con todas sus fuerzas. La lluvia y el asfalto mojado le hicieron derrapar.
- ¡Cuidado!- Era demasiado tarde, una mujer obesa que luchaba por cambiar la llanta de su Tsuru fue iluminada por los faros. Charlie trató de esquivarla, pero le pegó con la esquina del acompañante. La mujer salió volando, se estrelló contra su auto y cayó al suelo.
- Madre, ¿la maté?- Por los espejos vieron que la mujer se movía, aunque aullaba de dolor sosteniéndose la pierna.- ¿Qué hago, qué hago?
- Acelera idiota, guardamos el auto en la casa.- Ale le dio de zapes a su amigo.- ¿Porqué te dejé manejar a ti?

Para cuando llegaron estaban temblando y balbuceando histéricamente. Gonzalo veía la televisión con las cortinas corridas y trató de tranquilizarlos. Fumaron marihuana y se relajaron lo suficiente para hablar. Farjat les invitó a emborracharse y jugar videojuegos para olvidar todo el asunto. Charlie y Ale comenzaron a ver la situación desde su perspectiva. No necesitaban exponerse a recoger el dinero, podían golpear un poco a Gonzalo y dejarlo abandonado en la calle. De esa manera podía fingir que sus captores le habían liberado al asustarse. Lo cual era cierto. Quedaba el detalle del dinero, pero confiaba en que su padre sería más laxo en lo concerniente a darle dinero para viajar a París. Gonzalo les prometió pagarles por las molestias, pero ya no les importaba el dinero, sólo querían terminar con el asunto.

Fumaron varios porros de marihuana mientras Farjat se permitía cantidades más fuertes de cocaína y cerveza. Al cabo de un par de horas Charlie y Ale no podían seguir concentrándose en nada y decidieron irse a dormir. Gonzalo puso música y bailó por una hora. Al encontrarse exhausto, mareado y con nauseas fue al baño para darse un regaderazo. Se le antojó fumar su pipa de crack en la ducha, pero sus dedos nerviosos la soltaron. Trató de recogerla, su cuerpo perdió el balance y resbaló en la bañera, golpeándose fuertemente la cabeza. Perdiendo la conciencia, trató de gritar, pero no encontraba fuerzas. Intentó levantarse y salir, pero volvió a resbalarse y ésta vez azotó la cabeza contra el lavamanos. Su mente en blanco, fue perdiendo la conciencia a medida que perdía más sangre. Al cabo de una hora su corazón dejó finalmente de latir y murió.

Sábado
Frida Maité un día antes del huracán
Se levantó tarde después de una noche con pesadillas. El templo improvisado le había dejado una impresión muy fuerte. Tenía que mudarse, no había duda. Tenía que hablar con su mamá y exponer a Jorge y a Julardo. También estaba el asunto de la conversación que había sobre escuchado, alguien estaba en peligro mortal. Ella estaba en peligro mortal si no se cuidaba. Salió del cuarto sin hacer ruido. Bajó a la cocina sin encontrarse con alguien. No estaban las llaves del Mercedes, Jorge había salido. Desayunó tratando de idear un plan para escapar. Podía ir a vivir con su amiga Lorena, aunque después del fiasco en la LOB de Gran Plaza, le daría vergüenza. Los papás de Lorena eran dueños de la tienda, ella siempre había querido administrar un establecimiento semejante, por lo que Lorena intercedió por que le dieran la oportunidad. Ausentismo, robo hormiga y completo desinterés. Su noviecito en turno la consumía y no tenía lugar para nadie más que para él. Se daba cuenta ahora que sólo le importaba ella, que había sido una niña caprichosa. Se sentía más madura ahora, y muy asustada. Tan asustada que quería a su mamá, pero como siempre no estaba disponible al teléfono ni al celular.

Hurgó entre todos sus escondites de dinero y se consiguió lo suficiente para un par de noches en un hotel. Terminó de hacer sus maletas y colocarlas en el auto cuando la puerta del garaje se abrió. Jorge había regresado, y no estaba solo. Se encontraba acompañado de un hombre viejo y cejudo que, con una amplia sonrisa, comentaba sobre cada rincón de la mansión. Frida dejó su maleta en el auto y se escondió detrás de él. No quería darle explicaciones a su padrastro, por lo que no podía salir, pero tampoco quería ser descubierta, por lo que no podía permanecer en cuclillas detrás del auto. Se escabulló por el costado de la casa, manteniéndose por debajo de las ventanas. Se detuvo antes de llegar al ventanal del comedor, al cual no se atrevía a cruzar teniendo a su padrastro e invitado tan cerca. Tapada por un árbol y con la espalda contra la pared bajo la ventana de la sala, hizo un esfuerzo por escuchar la conversación.
- …Admirable colección de Crowley, ¿ésta tapa es de cuero?
- Así es doctor Oleg. Como verá tenemos pasiones en común, la magia es un tema que me resulta de lo más cautivador. A veces pienso que es un llamado.
- Causa y efecto Don Bran, usted llegó a ella tanto como ella llegó a usted. Por cierto, delicioso el té.
- Gracias doctor, pero dígame, ¿qué era aquello que me quería compartir?
- Observe esta cajita, es el regalo que Crowley le hizo a Miramón Nanche.
- Fascinante, he oído mucho sobre ella.- Hubo un momento de silencio en el que Frida se preguntaba si la habían descubierto. Escuchó ruidos en el pasto, era Julardo que había entrado por la parte de atrás y avanzaba hacia la puerta trasera. Frida se pegó lo más posible a la pared, de modo que los árboles le ocultaran del macabro jardinero.- ¿Conoce usted al primogénito Nanché? Por lo que leí, así es como funciona.
- Leyó usted bien, Humberto Nanché es el nombre. Un colaborador hablará con él para que podamos regalarle la caja, su esposa dará a luz en poco tiempo.
- Me encantaría estar ahí.
- Faltaba más. Me parece que le molestaré con el baño.- Frida escuchó mientras Jorge le acompañaba y, en cuanto la puerta se cerraba, regresaba corriendo para hablar con Julardo.
- ¿Qué encontraste?
- Hablé con Humberto Nanché, resulta que no es el primogénito. Marco Nanché tuvo una hija con su primera esposa antes que muriera. Su nombre es Penélope Nanché. He conseguido su dirección, vive con su madrastra Sarah Gil. ¿Cómo quieres hacer esto?
- Algo muy importante, ¿está embarazada?
- Ocho meses y cacho, está a punto de estallar. ¿Mato a la niña?
- No, aún no. Tengo que hacerlo yo, es la única manera de que la magia de la caja se canalice hacia mí y me cure mi afección cardiaca.
- ¿Y el viejo?
- Sigue creyendo que el primogénito es Humberto. Quiero quedarme cerca de él, en cuanto la encuentres robaremos su caja. Creo que mencionó un colaborador, habrá que estar al pendiente.

Frida se quedó petrificada, matarán a una mujer embarazada. Se quedó esperando a que se fueran todos para seguir con su plan. Salió en el coche, pero le molestaba la conciencia, tenía que hacer algo. Le daba miedo ir a la policía, pero podía acudir con su familia. En el directorio buscó a Sarah Gil y habló con ella, pero al oír su voz pensó que todo era bastante ridículo “mi padrastro quiere matar a su hijastra para robarle su vudú”.
- Necesito hablar urgentemente con Penélope.
- Pero ya le dije que no sé donde está.
- ¿Podría estar con sus amigas?
- Mire, señorita, mi hija se ha vuelto muy rebelde con su embarazo, no me dice las cosas.
- ¿Usted cree que si hablo con alguna de sus amigas…
- Está bien, está bien.- La mujer sonaba muy cansada y harta de la conversación.- Le doy el número de su mejor amiga Noelia.

En esta ocasión presentó una mentira estructurada. Le dijo a Noelia que buscaba a Penélope debido a que había sobre escuchado una conversación de un ex novio que quería lastimarla. Noelia le habló de Penélope, sus caprichos y su facilidad para perder amistades. Le dio la dirección de su ex novio, Patricio Vol, y la puso al corriente de su drama con su amante Bobby Mendez y la paternidad de su hijo. Penélope tenía la tendencia a desaparecerse cada vez que algo salía mal, por lo que Noeli no estaba preocupada, siempre terminaba pidiendo ayuda y sin duda estaría en el hospital en cualquier momento. Frida decidió visitar al ex novio, quizás él sabría adónde le gustaba esconderse. Antes de salir se despidió de la mansión, nunca regresaría a ella.

La diminuta casa parecía estar vacía. Frida se dio cuenta que seguramente estaría trabajando. Comió cerca de ahí y después se sentó en los escalones de la casa, esperándolo. Una horda de pintores salían de la casa de al lado y le chiflaban obscenidades. Se sintió ridícula, pero su miedo a su padrastro la mantuvo firme. Después de fumarse seis cigarros concluyó que no era tan firme. Regresó al auto para buscar una pluma y algo donde escribir su número de celular, para pasarlo por debajo de la puerta. A media calle escuchó los chirridos de las llantas. Desde la periferia visual divisó al auto verde de Julardo. Echó a correr hacia la banqueta, pero instintivamente sabía que eso no le detendría. Saltó con todas sus fuerzas contra el muro que dividía las casas cuando el auto subía a la banqueta y chocaba contra los botes plásticos de basura. Frida se colgó de la pared y se brincó el muro cuando el auto frenaba de golpe para evitar el choque. Julardo hizo reversa y desistió en su intento.

Lloró en el auto mientras trataba de localizar a su mamá. Se calmó y pensó en Penélope. Una mujer asustada, a punto de dar a luz. Una víctima que ella podía salvar. Ya había roto con Gonzalo, eso le había demostrado que era fuerte, ahora podía poner a su padrastro y a Julardo tras las rejas. Eso le hizo sonreír. Recordó la etiqueta del brujo del mercado, Romino. Se dirigió al mercado cuando recibió la llamada del comandante Jacobo Soto. Gonzalo había sido secuestrado. Explicó que había ido a la mansión, pero no había nadie. Quedaron de verse en Gran Farjat. La noticia le cayó como una bomba. Gonzalo era egoísta, caprichoso, parrandero, arrogante y maleducado, pero también era un ser humano capaz de una gran ternura. No le había atraído su dinero, ni el de su padre, sino aquella capacidad de mostrar un enorme cariño. Lamentablemente se veía opacada por su lado negativo, pero aún así la idea de un Gonzalo atado, muerto de miedo y golpeado, le angustiaba.
- Gracias por venir.- Soto cruzó la calle cuando Frida se estacionó y ya le tendía la mano desde antes que apagara el motor.
- Pasaba por aquí, me quedaba cerca. ¿Qué le pasó a Gonzalo, dónde está?
- No lo sabemos, fue secuestrado anoche, cuando salió del Envy, ¿conoce el lugar?
- Sí, era su lugar predilecto. ¿Saben si está bien?
- Sabemos que fue secuestrado, han hecho contacto con la familia. ¿Usted estuvo con él anoche?
- No.
- Pero sabía que iría a ese bar, ¿es cierto?
- Le encantaba ir.
- ¿Porqué no fue con él?
- Terminamos ayer.- Frida se dio cuenta que no la miraba como a una pariente consternada, sino como a una sospechosa.- Cortamos. No podíamos seguir. Concluimos nuestra relación.
- Sé lo que “terminamos” significa, gracias. ¿Porqué terminó con él?
- Es buena persona, pero es… No era una buena persona.
- Sabía que consumía drogas.
- Sí.
- ¿Con usted?- Frida no pudo contener una sonrisa nerviosa.- ¿Está bajo tratamiento por su adicción a las drogas?
- No tengo una adicción, de hecho el del problema era él.
- ¿Está desempleada?
- Sí.
- ¿De dónde saca el dinero para comprar sus drogas?
- Mire oficial…
- Comandante.
- Oficial. No tengo tiempo para esto, tengo que salvar una vida.
- Que casualidad, yo también.- Soto se fijó en las maletas en la parte trasera del auto.- ¿Adónde creía que se iría?
- ¿Qué?- Soto se acercó a ella lentamente, Frida se dio cuenta que tenía las maletas a la vista y que él pensaba que se iría de la ciudad.- Gonzalo era un pedante, pero jamás haría algo así. De hecho, si quiere sospechar de alguien, mi padrastro tenía negocios con el papá de Gonzalo, mi relación con él fue su idea.

Soto estaba a un paso de ella, un hombre vestido de civil también se acercaba, sin duda un policía encubierto. Una alarma chilló a todo volumen y los detuvo a los tres. Sonó como una sirena desde el Gran Farjat. Docenas de personas salían corriendo, algunos asustados, otros gritando y uno que otro riendo, todos empapados por completo. Frida aprovechó la confusión para entrar al auto y largarse de ahí, mientras Soto y el policía de civil corrían hacia la tienda. Imaginó que lo volvería a ver, sabía dónde vivía y podría rastrear sus tarjetas de crédito. Tenía suerte de cargar con efectivo.

No podía hacer nada por Gonzalo, pero sí por Penélope. No dejó de buscar patrullas y sirenas en su trayecto al centro. Escondió las maletas en su cajuela y entró al mercado. Entre empujones y pellizcos encontró a Romino, casi al fondo del mercado, poco antes de los corredores de bodegas. No sería fácil mentirle, Sarah Gil y Noelia eran dos mujeres con una vida común y corriente, pero este era un chamán y un charlatán, sin duda su mente se movía de manera más rápida y retorcida.
- ¿Cómo qué se te antoja guapa?- Se acercó y enmudeció al ver las fotos. Era una mujer de cabello castaño y pecas que la hacían parecer infantil, el nombre “Penélope Nanché” estaba escrito con marcador rojo.
- Yo…- Se le olvidó lo que iba a decir y se sorprendió a si misma diciendo la verdad.- Estoy interesada en saber si usted trabaja con una persona llamada Jorge Bran.
- Niñas tan lindas como tú, no deberían hacer esas preguntas.- Se quitó los lentes oscuros para verla mejor y sonrió mientras se acariciaba la canosa barba.- Tú debes ser Frida, no te reconocí. ¿Cómo está tu novio Gonzalo?
- No muy bien. Entonces si trabaja para mi padrastro.
- Emparejarte con él no fue nada fácil, pero hay poco que Oshún no pueda hacer. Ahora Jorge, eso es otra cosa, ese adora a Ogún, es hombre de armas, es guerrero. Pero tiene sus muertos y carga con ellos, ¿entiendes lo que te digo? Se la están cobrando y su corazón no da para más.
- ¿Ha matado por él?
- No puedes adivinar sin un buen sacrificio, tú porque no entiendes, pero yo soy un babalosha, tengo ahijados consagrados. Consagré a Julardo cuando todavía tenía pelos en la mano. Cabras, perros, gatos, hay que hacer lo que los Orishas pidan, ¿me entiendes?
- Sí, creo que sí.
- Ahora ya lo sabes, así que vete.

Se alejó del santero, pero no se fue. Imaginó que Julardo, su aprendiz, se aparecería en cualquier momento. No sabía bien lo que haría, pero vería alguna manera de averiguar dónde estaba escondida Penélope y salvarla. Un hombre se acercó a Romino, con el pelo recogido hacia atrás y una insipiente barba. Al principio supuso que era un cliente regular, pero a juzgar por el modo en que gesticulaba y Romino guardaba sus cosas, imaginó que las cosas eran diferentes. Al verles caminar hacia las bodegas notó el cuchillo de Romino y entonces se convenció. Buscó por un policía, pero no encontró ninguno. Corrió hacia ellos eludiendo vendedores y clientes y llegó hasta la zona de bodegas. Constató que se trataba de un cuchillo, y Romino estaba a punto de matarlo. Un extinguidor colgaba de la pared a su derecha. Lo tomó y corrió hacia Romino. El golpe contra su cabeza emitió un ruido metálico. El santero se detuvo un segundo, puso los ojos en blanco y cayó de rodillas, terminando con la cara contra el suelo. El joven se quedó petrificado, pero cuando Frida le ofreció la mano le acompañó hasta su auto.
- …Y por eso estaba ahí.- Frida le explicó todo acerca de su padrastro, Romino y Julardo Cortez.- Tengo que salvar a esa pobre mujer. La van a sacrificar como a una cabra.
- ¿Jorge Bran? Ya sospechaba yo de algo. ¿Cómo dices que se llama el otro?
- Julardo, Julardo Cortez, ¿te suena conocido?
- Sí, habló con Humberto Nanché antes que yo. Tengo que avisarle al doctor.- Puso al corriente al doctor Oleg, quien prometió cerrar todo con llave y mantenerse en contacto.- Bueno, no podrán robar la caja ahora.
- Todo por una estúpida superstición.
- ¿Crees que es una superstición?
- No, creo que una cajita de madera tiene ambiguos poderes mágicos capaces de vagas maravillas.
- Esa superstición me salvó la vida, por eso estabas ahí.
- No, esa superstición casi te mata, por eso estabas ahí.
- Causa y efecto, estamos en el rango de acción de Crowley, todos estamos siguiendo fuerzas más grandes que nosotros, para bien o para mal.
- No puedo aceptar eso, tendría que aceptar que la magia existe y que me enamoré de Gonzalo porque un médico brujo mató un animal e hizo algún ritual ridículo. No, no lo acepto. Yo soy yo, para bien o para mal, es mi voluntad y soy libre. Tomo mis propias decisiones.
- Y por eso salvarás a Penélope.
- Exacto.
- Exacto, causa y efecto.- Frida le dio un golpe juguetón.
- Contigo no se puede.

Lo dejó en el Hyatt y ella también bajó para pedir una habitación. Imaginó que no podía esconderse del comandante, pero sí podría eludir a su padrastro y a Julardo, al menos temporalmente. Se acostó con la certeza que, aún si había fuerzas poderosas que buscaban a Penélope, ella vería alguna forma para salvarla y, pensó antes de quedarse dormida, si eso era magia, entonces ella también era una maga.

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