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La siguiente es una historia de amor "El catalizador", ambientada en Mérida Yucatán. No hay muchas historias de amor que sean thelemicas, ésta es una. Tiene una extensión de 34 páginas en Word, por lo tanto la iré publicando por entregas.
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El huracán
La lluvia había bajado de intensidad mientras la el huracán paseaba el ojo de su tormenta por el poniente de la ciudad. Conforme Patricio subía las escaleras la intensidad de la tempestad se hacía cada vez más insoportable. Desde el cuarto piso vio techos de tejas y aluminio que salían volando, postes de luz que caían al suelo, espectaculares que recorrían a vuelo colonias enteras. Tuvo que agarrarse del pasamano para no ser golpeado al suelo por el viento y el agua. En el quinto piso vio el disturbio. Jorge Bran acomodaba las sillas para el ritual, mientras Julardo mantenía a los tres a punta de pistola. Penélope lloraba desconsoladamente, Gabriel le tomó de la mano. Patricio se acercó lentamente, sin saber qué hacer. El ruido del huracán volvían casi inaudibles las voces.
- Disculpen, ¿me quieren decir qué pasa aquí?- Patricio sintió ganas de golpearse, era la cosa más idiota que podía decir.
- ¿Y tú quién demonios eres?- Julardo se alejó de la puerta mientras lo invitaba a pasar.
- ¿Qué quieren con Penélope?
- Nada, solo su vida y esto.- Bran mostró la caja que tenía en la mano y sacó un puñal.
- Miren esto.- Patricio se quitó la cangurera y abrió un poco el zipper. Billetes volaron dentro del salón de clases.- Deben ser como cien mil pesos en efectivo.
- Hay que robarle ahora que podemos.- Dijo Julardo.- Es dinero gratis.
- No tenemos tiempo, lo mataremos después, junto con los otros.- Julardo jaló el martillo.
- Dame el dinero, lentamente. Lánzalo hacia mí.- Patricio dio un paso atrás y amenazó con lanzar la cangurera.
- No seas idiota, lo haces y te mato.
Patricio dejó ir la cangurera, tirándola hacia arriba. El viento la arrastró hacia el abismo. Julardo puso a prueba su agilidad lanzándose contra el barandal y pescando la cangurera con la yema de los dedos. Teniendo casi todo su peso balanceándose en el barandal, la gravedad hizo lo suyo y su cuerpo cayó cinco pisos hasta su muerte segura. Los billetes se liberaron de su encierro, cien mil pesos volando en torbellinos.
Jorge pensó en lanzarse con el puñal hacia Penélope, pero Gabriel y Frida se pusieron de pie de un brinco y Bran retrocedió. Al verse superado numéricamente, y sin la ayuda de una pistola, Bran echó a correr, empujando a Patricio.
- Era igual que en mi sueño, pero no acabó igual.- Dijo Penélope.- Tú lo hiciste diferente Patricio, ¿cómo lo hiciste?
- Sonará estúpido, pero fue el amor.- Frida se lanzó a sus brazos, lágrimas en los ojos.
- Gracias, gracias, gracias, gracias. No sé de dónde saliste, pero fue magia.
- ¿Están bien?- Frida afirmó con la cabeza y volvió a abrazarlo. Fue en ese momento que Patricio la olió. Olía a limones, como el limonero que había tenido en su casa cuando era niño.
- Hablando de magia,- Dijo Gabriel.- Penélope rompió la fuente.
- Hay que llevarla al hospital.
- No hay tiempo Patricio, creo que yo sé lo que hay que hacer.- Dijo Gabriel.- Estudié medicina un par de años.
El huracán rugía con todas sus fuerzas, Frida y Patricio se esforzaron por cerrar la puerta, hasta se reventaron dos ventanas. Siguieron las indicaciones de Gabriel, procurando secar tela para arropar al bebé. Patricio le tomaba de la mano y levantaba su cabeza mientras Gabriel y Frida asistían el parto. El bebé chilló cuando nació salió al mundo exterior. El huracán dejó de importar, todos miraban al bebé. Penélope olvidó el dolor y lloró de alegría al ver a su niño bebé sano y salvo, aunque aún cubierto de líquidos amnióticos y sangre.
- Es lo más hermoso que he visto.- Dijo Gabriel.- Felicidades.
- Arropémoslo.- Gabriel cortó el cordón umbilical mientras Frida lo envolvía en su bufanda y en la camiseta sport que Patricio tenía debajo de su camisa.
- Es bellísimo…-dijo Penélope.- Alistar, se llamará Alistar.
Sostuvo a su bebé y le mostró la caja mágica de Crowley. Arregló las letras que para que dijeran “Amor es el catalizador de la naturaleza” y se lo entregó a su bebé, quien posó sus manos sobre él como si supiera que es suyo. Exhaustos, pero con la adrenalina en sus cuerpos, esperaron a que el huracán terminara de degradarse en tormenta tropical. Frida y Patricio platicaron mientras veían por las ventanas rotas. Ambos se sentían extrañamente cómodos, como si se conocieran de toda la vida. Patricio disfrutó de su olor a limón y entendió lo que Gina le había dicho, siempre estaría con ella. Gabriel aún estaba asombrado por Penélope, su fuerza para tener a su hijo sin calmantes y, al mismo tiempo, una frágil sensibilidad. La mantuvo sentada en el suelo y apoyada contra su pecho. Penélope miraba a su hijo y besaba la mano de Gabriel que le acariciaba el rostro. En un momento en que los cuatro guardaban silencio Gabriel lo dijo todo “lo que es arriba, es como lo que es abajo”, y todos sonrieron.
Jorge no había corrido con la misma suerte. Huyó en cuanto se vio superado numéricamente. Julardo estaba muerto, al demonio con él. No podían demostrarle nada, contrataría a su mejor abogado para zafarse del asunto. Le preocupaba más su frágil corazón. Subió al auto y aceleró a fondo, esquivando ramas y techos de lámina. Frenó el auto al sentir que algo pegaba contra sus llantas. Salió a la tormenta y vio a Gonzalo. Le pareció que se movía, una ilusión óptica provocada por la lluvia. Corrió hacia él creyendo que estaba vivo. Cargó su cuerpo adentro del auto cuando una patrulla se detuvo a su lado. Los oficiales reconocieron a Farjat y lo sometieron a golpes para arrestarlo por secuestro.
El huracán de categoría uno se degradó a una tormenta tropical y los daños fueron mínimos. Con el paso de los días los titulares dejaban atrás al huracán y sus daños para concentrarse en el secuestro de Gonzalo Farjat. El comandante Jacobo Soto anunció que Jorge Bran era el principal sospechoso, aunque se negaba a declarar. La muerte de Julardo Cortez también fue conectada al secuestro, la policía sospechaba que Cortez había tratado de robarle a su patrón, lo que explicaba los más de diez mil pesos en el cadáver y los billetes que se regaron por toda la colonia. Naturalmente los vecinos se quedaron con el dinero que les había llovido, por lo que era imposible saber de cuánto dinero se trataba. Jorge Bran finalmente murió durante un careo con un juez, su corazón dio de sí y se colapsó en el suelo.
Patricio fue despedido, pero nadie sospechó de él, era demasiado patético para cometer semejante acto de valentía. No le importó, Frida había heredado parte del dinero de su padrastro y estaba planeando una tienda de ropa en Gran Plaza. Se hicieron novios rápidamente y, cuando llegó a casa y se encontró con que ya no estaban Rodrigo y Gina, no le dio importancia, pues ellos vivían aún, encarnados en Frida y Gabriel. Penélope regresó a casa de su madrastra temporalmente, Gabriel se mudó a Mérida y terminó su tesis, Penélope se mudó con él. Ambos hacían una excelente pareja y continuaron su amistad con Frida y Patricio. El día que abrieron la tienda “Magical Fashion” Charlie y Ale pidieron trabajo como vendedores. No sabían mucho de ropa, pero trabajaban duro y no regresarían a Gran Farjat ni por todo el dinero del mundo.
domingo, 12 de julio de 2009
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