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thelema en español: Reflexiones breves IX El Tiempo

jueves, 1 de enero de 2009

Reflexiones breves IX El Tiempo

El Tiempo siempre se ha tratado de explicar pero siempre resulta difícil de comprender. Comúnmente lo concebimos como un río o una flecha en línea recta que nos lleva del punto A al punto B. Esta creencia cotidiana, sin embargo, contradice todo lo que el tiempo representa en nuestra existencia, o mejor dicho, todo lo que el tiempo influye en nuestra existencia.

Quienes considera el tiempo como triple, en pasado, presente y futuro, normalmente lo reducen a "aquello que fue y nunca más será", "lo que es", "lo que será pero que cuando sea dejará de ser futuro". Lejos de explicar el tiempo se le reduce al presente, a "lo que es". Definición, además, del ente, de modo que cuando se dice que la metafísica es el estudio de lo que es, se trata del estudio del tiempo presente, pero no del ser, pues el Ser es más que presente, es pasado y futuro también.

Aristóteles definió el tiempo como medida de movimiento, así como usamos kilos para el peso, usaríamos el tiempo para medir qué tan rápido avanza X de A a B. Esta definición deja afuera la importancia del Tiempo en nuestra vida. Nuestra vida está regida por lo que ocurrió, o lo que interpretamos que sucedió, lo que está pasando ahora, y lo que nos gustaría (o tememos) que pueda pasar. En muchísimas ocasiones nuestras acciones se proyectan a futuro, por ejemplo, al tomar decisiones sobre la carrera, la novia, el matrimonio, etc.

El Tiempo es orgánico pues en ocasiones al pensar sobre el pasado nos mentalizamos para el futuro, sea porque tememos repetir errores, o bien porque aprendimos lecciones de nuestra historia personal.

La empatía, inclusive, implica al Tiempo, pues al ser empáticos con alguien estamos compartiendo sus pesares, es decir, situaciones del pasado (o en ocasiones miedos al porvenir). El modo en que valoramos a la gente tiene que ver con la Historia, sea porque apreciamos la historia personal que le hizo ser quien es, o bien porque lo relacionamos con el futuro que podría ocurrir, o nos gustaría que ocurriera, o por el contrario tememos que suceda.

Por cierto que Ra-Hoor-Khuit es dios de guerra y venganza, la venganza es la acción proyectada al pasado, la guerra (o conquista) es la acción proyectada a futuro. Es señor, pues, de ambas regiones del Ser.

La eternidad, según los filósofos religiosos medievales, era un nunc stans, un eterno aquí, como si el tiempo fuese un lugar y, peor aún, como si el tiempo fuese estático. Platón, cuando trata de definir el ser, dice que no es ni estático ni en devenir, sino que se encuentra más allá de esta pareja de contrarios. Podemos hacer la semejanza entre lo que Platón dice sobre el ser y el tiempo, pues ni está en eterno reposo ni en eterno movimiento.

El movimiento del tiempo, además, no es como un río que va pasando. A cada momento modificamos los recuerdos del pasado, quizás los interpretamos así, quizás los olvidamos, quizás los enlazamos tanto con el presente que parecería que sigue sucediendo aquella vivencia incluso ahora. Lo mismo ocurre con el futuro, cada que fantasiamos sobre lo que ocurrirá lo mezclamos con lo que hemos vivido y lo que ahora ocurre. Constantemente nos mueve el tiempo, pero también nos movemos en el tiempo y a su vez hacemos moverse (o cambiar) al tiempo al ir mezclando interpretaciones, temores, angustias o deseos.

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