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thelema en español: El detectivo thelémico Parte 4

miércoles, 1 de abril de 2009

El detectivo thelémico Parte 4

Ésta es la cuarta parte de una historia corta, dividida en varios pedazos. La historia se centra sobre un detective thelémico, OZ 616 quien debe desentreñar el misterio de una orden fantasma dentro de la logia Splendor Solis. Muerte, Magia, Ilusión, Pistas, Thelema, Sexo y mucho más en tan solo 23 páginas en Word y que ahora pongo a disposición de quien le pudiera interesar.

¿Puedes encontrar al culpable y desentreñar el misterio de la orden de Choronzon antes que nuestro héroe?

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Continuación:


Estacionó en la calle paralela a la avenida Sholem, a unas cuatro cuadras del lote cercado. Escondiéndose entre los autos estacionados, olvidados y a medio desmantelar, fue recorriendo el espacio que le separaban de la abertura que había logrado hacer. Divisó que entraba un auto y ya había alguien, disfrazado de monje con la inscripción “sacerdote eunuco” en la espalda, que le abría la puerta y sostenía a los perros con una cadena. Corriendo atravesó la calle y se lanzó por el suelo para resbalarse y escurrirse en la pequeña abertura. La cerca rasguñó su espalda y sintió la necesidad de gritar de dolor, pero se contuvo. Esperó unos momentos para asegurarse que no hubiera más guardias deambulando por la parte trasera de la bodega, y cuando sintió que estaba seguro, corrió hacia el contenedor abierto, lo recorrió hasta el agujero sarroso y penetró en el laberinto de contenedores, escogiendo un punto, sobre cajas de carga de madera, desde el cual podía espiar a todos los congregados sin ser visto.

A lo largo de una hora y media se fueron congregando los miembros de la orden. Iban llegando con cinco o seis minutos de diferencia entre uno y otro. Los jerarcas habían sido cuidadosos en prever cualquier contingencia, estableciendo horarios estrictos minimizaban las posibilidades de que los miembros se conocieran los unos a los otros. Conforme iban llegando entraban al contenedor acondicionado como guardarropa y se disfrazaban de monjes, cada uno según su grado, y ocultaban el rostro con una máscara de carnaval. Una vez que estuvieran vestidos con las ropas de la orden se sentaban en las bancas de iglesia, cada uno en su lugar escondidos de los otros por los paneles de madera. Los reflectores encendidos daban una poderosa luz que cegaría a cualquiera, y conforme caía la tarde la bodega caía en las penumbras, a excepción de aquella isla de luz. Oz trató de divisar a alguien en el trono, pero era imposible, la luz era demasiado poderosa. Frater Ain Soph se vistió con la sotana que rezaba “hombre libre”, le reconoció desde que entró por la puerta. Él fue uno de los últimos en entrar, y cuando se sentó todavía tuvieron que aguardar otros quince minutos hasta que el sol se puso por completo. Oz 616 recordó los chocolates que había comprado y agradeció a su Santo Ángel Guardián por su infinita sabiduría, pues su estómago tenía tanta hambre que temía que sus gruñidos fueran audibles hasta el fondo de la bodega.
- ¡Escorias!- Gritó el alto jerarca, su voz distorsionada por el modulador de voz. Sonaba como una especie de robot o víctima del cáncer de garganta.- El dragón del abismo está complacido por su presencia. Han sido sabios al atender a esta reunión. Han sido sabios al escuchar a su maestro, el dragón del abismo, yo les digo que es verdad, cierto y más verdadero, que quien no se sumerge en el abismo nunca podrá ascender desde su fondo hasta los cielos. Necios quienes osan cruzar el abismo sin dejarse fortificar por él. ¿No es acaso el abismo la esencia misma de la Gran Obra? Lo es, y ustedes saben que lo es. Todos ustedes están hechos del abismo, éste es la sal de toda operación alquímica. Y yo soy su sabio dragón, protector de sus secretos, poseedor de sus tesoros. Sepan los aprendices que la santísima inquisición los investigará, sepan los sacerdotes eunucos que el dragón está complacido por sus contribuciones, sepan los señores de la penumbra que el dragón está furioso con ustedes por haberse dejado engañar por un foráneo.- Oz 616 sintió una mala sensación en el estómago al escucharse referido de esa forma, imaginó que el pastor Wells se sentía aún peor.- Sepan los Papas tuertos que el final se encuentra próximo, los misterios del abismo les serán revelados y al finalizar el presente ciclo lunar serán ustedes ascendidos a hombres libres y entonces los tesoros del abismo serán suyos para siempre. Sepan que no son los únicos, pero que a todos los otros miembros fantasma, que tampoco saben de sus existencias, les he ordenado de igual forma. Sepan también que la divina Bestia ha escrito: “Así tienen estrella y estrella, sistema y sistema; ¡que ninguno conozca bien al otro!”, de la misma forma ustedes, estrellas negras, que ninguno se conozca al otro, y todos trabajen al unísono. En el suelo, debajo de sus asientos, encontrarán un papel con las órdenes de su sabio dragón del abismo. Lleven a cabo las ordalías de mi conocimiento. El éxito será su prueba. Memoricen y quemen el papel. Así han sido las costumbres de nuestra santísima orden por siglos. Gloria a las sombras del abismo.

Los miembros se levantaron y gritaron “Gloria y Fuerza”. Se volvieron a sentar y leyeron sus órdenes. Siguiendo el mismo patrón con el que habían llegado, uno por uno fueron entrando al vestidor para quitarse sus ropas ceremoniales. Uno de los adeptos improvisó una pequeña hoguera para hacer arder los papeles. Cada uno de los iniciados hacía quemar el papel y reducirlo a cenizas antes de salir. Oz 616 estaba fascinado, habiendo saciado su hambre se encontraba devorando otra comida, una de índole intelectual. Podía presentir que tenía todo el laberinto bien estructurado, empezaba a ver con claridad sus pasillos, sus paredes, bifurcaciones, callejones sin salida y opciones múltiples. No sabía dónde estaba la salida, pero no se desesperaba ni se forzaba, pacientemente esperaba que su Verdadera Voluntad gravitara por si sola hacia la respuesta.

Finalmente, después de una hora y diez, Ain Soph fue el último en quitarse los hábitos. Distraídamente dejó caer su papel en la hoguera, pero debido a que había tantas hojas de papel reducidas a cenizas, la suya cayó al suelo apenas chamuscada por el humo. Antes de salir alargó la mano y apagó el interruptor que encendía los poderosos faros, dando fin a la isla de luz y sumergiendo todo en la oscuridad. Oz 616 no tardó en salir de su escondite, acalambrado por la falta de movimiento, y escabullirse en cuclillas hacia la pira que comenzaba a apagarse lentamente. La hoja de papel, aún caliente por su encuentro con el humo de la pira, tenía escrito “Hotel Plaza 8 am, intercambio fase tres”.

Antes de que pudiera celebrar victoria escuchó los ladridos de los perros, quienes arrastraban a uno de los guardas armados hacia la bodega. Sin perder un solo minuto Oz 616 corrió tan rápido como pudo de regreso al laberinto de contenedores. El ruido de sus pasos hizo un eco que retumbó en el edificio. Escuchó dos voces que se volvían gritos conforme entraban en la bodega y encendían las luces. Pudieron verle por una fracción de segundo cuando se escondía entre los contenedores. Impulsado por el miedo encontró el camino de regreso a la apertura de sarro y se arrastró con penosa lentitud. No podía correr sobre el contenedor, pues el ruido metálico alertaría a los guardias, quienes seguramente no repararían en el pequeño hoyo producido por los años de oxidación.
- Los perros están como locos, ¿qué hacemos?- Preguntaba uno de los guardias.
- Buscamos por fuera, pero yo no vi nada.- El otro jadeaba sin poder recuperar el aliento.
- Claro que sí lo viste, yo también. ¿Le pudiste ver la cara?
- No vi quién era, y es mejor que nos olvidemos del asunto, el dragón del abismo nos matará si le decimos que había un intruso y que lo dejamos escapar. Además, todos queman sus órdenes y nada hay de ilegal en todo esto. Nada que pueda demostrar la policía al menos.

Oz 616 logró escapar del contenedor y escurrirse debajo de la cerca metálica para regresar a su auto. Había estado cerca, muy cerca. Si tenía suerte los guardias le temerían tanto al dragón del abismo que no reportarían nada. Era una cuestión de temor contra lealtad. Muchas cosas hay en el abismo, pero ninguna de ellas es lealtad, y esto lo sabía muy bien.

Pudo relajarse cuando ya estaba por llegar a su hotel. Jugando mecánicamente con su cigarrera encendió un cigarro y al subir al lobby se llevó una desagradable sorpresa. Los periódicos anunciaban el caso en primera plana “satanistas violan y matan durante ritual satánico”. El nombre de James Hughes estaba siendo arrastrado por el fango, y no sería tarde antes de que el colegio de abogados católicos pudiera realizar su sueño de cerrar la logia en nombre de la moral y la justicia.

Pidió la cena a su habitación y trató de relajarse. Tenía la oportunidad de sacar todas las cosas de su maleta y colocarse en los cajones. Retiró la estatua de Buda, la colocó sobre la cómoda, y extrajo también las fotografías de sus dos hijos para ponerlas sobre el buró. Los extrañaba más de lo que le gustaba admitir. Recordó el dolor que sintió al leer el último correo que le había mandado el menor de sus hijos, dirigiéndolas ya no a papá, o tan siquiera el formal “padre”, sino simplemente a Rupert. Odiaba ese nombre. Cuando su esposa le obligó el divorcio y la custodia total de sus hijos juró que nunca volvería a llamarse así, quedándose como Oz 616. Encontraba tranquilidad en la silenciosa meditación, por lo que acabando de comer y bañarse, realizó sus rituales nocturnos y meditó un par de horas antes de irse a dormir.

Los sueños de Oz 616 estaban repletos de monstruos. Soñó que se caía de un barranco y pastores diabólicos le aferraban del tobillo. Escuchaba los gritos de auxilio de sus hijos, pero en la oscuridad no pudo ver nada. Se esforzaba por escalar la escarpada barranca mirando hacia el este, esperando la barca solar que en cualquier momento saldría para rescatarlo. Escuchó un clic y el sueño se interrumpió. Tardó un momento en darse cuenta que estaba despierto, preguntándose si el sonido había sido en su habitación o en el sueño.

Se olvidó del asunto inmediatamente y, aprovechando que estaba despierto, fue al baño. Al pasar frente a la puerta de entrada notó que un vientecillo frío le llegaba a las rodillas. Al darse vuelta confirmó su sospecha, la puerta se encontraba entrecerrada. Alertado por el peligro presintió una presencia detrás de él, respirando con gravedad, como tomando impulso. Se dio vuelta de inmediato y tapó su rostro. Buda le golpeó a toda velocidad contra los brazos. El dolor le hizo gritar. El agresor lo empujó a un lado y salió corriendo. De no haberse tapado el rostro habría estado en peores dolores, pensó Oz 616, e incorporándose lentamente encendió la luz. El agresor había olvidado algo en el suelo, una pequeña tarjeta con el símbolo alquímico de la sal.

En vez de llamar a la policía o conjeturar sobre lo ocurrido, se limitó a abrir las persianas y contemplar el amanecer. Luego de hacer sus rituales matutinos se sentó en el sillón frente a la ventana y una felicidad indecible colmó su ser. Una especie de iluminación había descendido sobre él. Al causar pequeños efectos en conformidad con su Voluntad había dominado sobre las demás Voluntades. Únicamente necesitaba realizar unas cuantas cosas, decir unas cuantas palabras y concebir ciertos pensamientos para poner en acción una larga cadena de causas y efectos que, necesariamente, traían a las respuestas a su encuentro. Por vez primera comprendía todo el caso de principio a fin. Pensó en el detective Grady y Kenneth, con sus largos abrigos e incesantes preguntas, aquellos no eran magos y, por ende, les costaba muchísimo esfuerzo encontrar las salidas a los laberínticos casos con los que se enfrentaban.

Luego de desayunar y cambiarse Oz 616 manejó al hotel Plaza para esperar a frater Ain Soph quien, puntualmente, entró al hotel, cargando con el portafolio que llevaba la marca de la orden y se sentó en la cafetería. No necesitó bajarse del auto para poder espiarlo, había elegido un lugar perfecto para inspeccionar la situación. Al cabo de quince minutos un Tsuru negro se detuvo a una cuadra, la conductora se bajó del auto y puso las llaves en una lata de refresco, la cual dejó abajo del auto. “Ésta entrega” pensó Oz 616 “parece importante”. Aquella era tan solo una fase del intrincado plan. La conductora se alejó caminando dejando solo al vehículo. Otro sujeto, que cargaba un portafolio con la marca de la orden del abismo, se bajó de un taxi, comió un helado y entró al hotel para dirigirse a la cafetería, donde se sentó en la mesa al lado de frater Ain Soph, quien distraídamente leía un periódico. Habiendo colocado el portafolio a un lado del de Lawrence, el extraño pidió una taza de café y luego de terminarla pagó su cuenta, se levantó y cargó con el portafolio de Ain Soph para desaparecer en el elevador del hotel. Oz 616 adivinó que seguramente le faltarían recorrer otras tres fases antes de que aquel extraño pudiera continuar con su vida normal. Ain Soph, luego de cinco minutos, pagó su cuenta y se levantó cargando el nuevo portafolio hasta el tsuru negro, donde recuperó la llave y se alejó manejando despacio.

Oz 616 esperó a ver si otro automóvil le seguía, y cuando hubo confirmado su instinto inicial de que Ain Soph no estaría siendo probado en su lealtad, le siguió desde el Taurus.
- ¿Frater N.O.X.?- Rápidamente le marcó por celular, N.O.X. no sonaba complacido de escucharle.- Necesito que haga una reunión de emergencia, he descubierto el misterio.
- ¿Está seguro?
- Al cien por ciento, necesito que estén todos congregados. Todo el círculo interior.
- Los reuniré en mi casa, le mandaré un mensaje de texto con mi dirección, si gusta puedo llamar a la policía para que obligue a quienes no quieran venir.- Ain Soph, sin sospechar de nada, se encontraba a un auto de distancia del Taurus.
- Ésta es su oportunidad de salvar su logia, llame a los detectives.- En una intersección esperó a que Ain Soph doblara a la izquierda para acelerar, rebasar un auto y chocarle contra el maletero.- Me tengo que ir.
- ¿Qué le pasa?, ¿no pudo ver que tenía la direccional?- Ain Soph se llevó una sorpresa al encontrarse con Oz 616, quien se bajó del auto al instante y le abrió la puerta.- Frater, vaya que es una sorpresa.
- Quizás para usted, pero no para mí.- Lawrence se bajó, visiblemente nervioso.
- No le entiendo.
- Le he estado siguiendo desde el hotel.- Entró al auto y recuperó el portafolio. Lawrence, quien empezaba a colorarse de rabia, tartamudeaba sus respuestas.
- Pe-pe-pe-pero, u-u-us-us-usted…- Oz616 le golpeó con el portafolio en la cabeza y le ladró que subiera a su Taurus y no dijera nada.

Frater N.O.X. había cumplido con su parte, le mandó la dirección de su casa y le dijo que todos llegarían en unos minutos. Ninguno había tenido que ser obligado, aunque él no detalló el verdadero propósito de la reunión. El detective Grady y Kenneth ya estaban ahí y esperaban ver resultados inmediatos.

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