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thelema en español: Filosofía del Poder I

jueves, 11 de diciembre de 2008

Filosofía del Poder I

Aprovechando este blog quisiera dar inicio a un ciclo de entradas que toquen todas mis reflexiones acerca del poder. No quiero escribir un solo ensayo, pues sería muy largo y este apasionante tema no tiene porqué dormir a los lectores.

Cada entrada puede ser leída sin tener que leer las otras, en cada entrada tocaré un tema particular y, aunque quizás haga referencias a otras entradas, el lector podrá evitar todos los temas que no le interesen y leer únicamente los que le parecen interesantes.

En las civilizaciones tradicionales donde las ideas modernas de progreso social, conciencia de clase, justicia social, progreso científico, etc., eran completamente desconocidas el tiempo era concebido de forma circular. Tanto tiempo como espacio eran vividos de forma diferente a como nosotros pensamos estas categorías. Comúnmente vivimos el espacio y el tiempo como si fuera un escenario donde se desarrollan nuestras vidas. En las épocas tradicionales el espacio no era así de uniforme, algunos lugares eran vividos de formas diferentes, ciertos lugares evocaban ciertas ideas o invocaban ciertos pensamientos. El tiempo era ciclo complejo, con diversos círculos dentro del ciclo más grande.

Quien nacía un pobre agricultor moriría como pobre agricultor. No había cambio. Sus hijos vivirían lo mismo que los padres, el mismo trabajo con las mismas herramientas, las mismas posibilidades a futuro y, probablemente, hasta las mismas tierras. El agricultor no podía cambiar su rutina o ciclo, pues esa rutina era sagrada. Ese carácter sacro del ciclo derivaba de algún pasado mítico en que los dioses decidieron que los agricultores tenían que vivir así. Si un agricultor no vivía de esa forma entonces el mundo estaba al borde del caos. El mundo preservaba orden porque tenía tradición. Ésta tradición es más que ciertas celebraciones rituales en ciertos días del año, comprende toda una cosmovisión, desde las categorías del espacio-tiempo hasta la escala de valores (donde, por ejemplo, lo sagrado es superior a la explicación materialista). El mundo tradicional (el que existía en virtud de esta cosmología-tradición) no veía en la Historia una línea recta del principio al utópico final, sino que lo concebía como ciclos que se degeneran poco a poco. Esto es fácil de ejemplificar en Yugas, ciclos hindúes, aunque existen mitos semejantes en Occidente. Los cambios podían implicar caos, aunque no siempre, y el caos era siempre la fuerza amenazante. Los griegos creían que más allá del Olimpo había solo caos, y que éste se acercaba lentamente.

Dentro de esta cosmovisión los cambios, el alterar los ciclos cósmicos era visto como algo peligroso. No siempre era algo malo, pues pocas fueron las civilizaciones tradicionales maniqueas que todo categorizaran en bueno y malo (ejemplo, el totem es a la vez aterrador y fuente de poder necesaria para la comunidad). Sin embargo, existía la capacidad de cambiar el orden de las cosas, pues es una potencialidad humana el alterar el mundo que nos rodea.

¿Quién podía realizar cambios en la realidad de manera segura sin que esos cambios derivaran en el caos que constantemente amenazaba a la civilización occidental?, ¿cómo podía alterar el curso de los ciclos cósmicos? y ¿porqué podía cambiar el orden de las cosas, cuál era su justificación? Para resolver estas dudas es que surge la necesidad de ensayar una filosofía del poder.

En la siguiente entrada detallaré más sobre la esencia del poder y el método para su estudio.

Sebastian Ohem 93 93/93

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