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thelema en español: Filosofía del Poder III El quién del poder

jueves, 11 de diciembre de 2008

Filosofía del Poder III El quién del poder

En las civilizaciones tradicionales se concebía que el orden derivaba de la voluntad de los dioses y las fuerzas del caos amenazaban al mudo. Los individuos debían vivir dentro de cada uno de los ciclos pues de lo contrario el gran reloj cósmico se saldría de control, cada pieza haría su voluntad y sería inservible. El agricultor no debía variar su labor, ni sus herramientas ni su técnica, pues éstas eran de esa forma debido a la voluntad de los dioses, y el ir contra la voluntad de los dioses era reafirmar el caos que amenazaba al mundo, trayendo así funestas consecuencias.

¿Quién podía cambiar el orden de las cosas, variar los ciclos o redireccionar el futuro de un pueblo sin que estos cambios trajeran terribles consecuencias por ir contra la voluntad de los dioses? Únicamente los dioses podían realizar cambios en conformidad con su Voluntad, y es por esa razón que el Hombre tradicional concebía a sus reyes como dioses. La línea de razonamiento no era que, dado el poder político inigualable del rey este debía ser un dios, sino al contrario, debido a que era dios tenía el poder. La deificación de los reyes implicaba que el rey podía causar cambios en conformidad con su Voluntad ordenando la realidad. Ésta es la razón por la que los actos heroicos de los reyes eran ritualmente celebrados año con año, pues sus actos ordenaban el mundo, mientras que los actos contrarios a la Voluntad sagrada desordenaban el mundo.

Existe cierta condición de posibilidad a esta cosmogonía de los reyes-dioses y se encuentra en el concepto de los dioses, o más propiamente dicho, de lo sagrado. Lo sagrado no estaba peleado con el mundo, aunque sí con lo mundano. Dicho de otra forma, se podía acceder a lo sagrado en vida, por eso el rey vivo era dios. Mediante ciertos actos en un cierto momento del ciclo temporal y en un cierto lugar especial cualquier persona podía acceder a lo sagrado y vivir ahí. Para vivir en lo sagrado era necesaria una heroica disciplina, y como los esclavos y parias no estaban dispuestos a dejar su cobardía y afán por la comodidad entonces crearon la idea de alcanzar lo sagrado en la muerte. Se identificó el umbral cualitativo entre lo mundano y lo sagrado con otro umbral cualitativo, la muerte. El cristianismo nace de esta forma y se esparce por medio de la miseria. Es por eso que los reyes ya no son dioses, sino representantes de los dioses, pues nada vivo podía ser sagrado.

El otro origen de esta perversa creencia es el espíritu judío, el cual en el mito de la caída del jardín del Edén pone de manifiesto su fracaso en alcanzar lo sagrado y su profundo odio a todos quienes no se interponen a si mismos barreras entre ellos y sus dioses. El resentimiento les llevó al abominable dogma del monoteísmo de un dios personal que los escoge a ellos sobre a todos los demás y se plantea destruir al resto de la humanidad, o subyugarla, como parte de una alianza entre lo mundano y la esfera inalcanzable de lo sagrado.

Es interesante anotar que, durante el enfrentamiento cultural entre el pequeño reino judío y el poderoso reino Sumerio, se les conoce a los líderes, reyes divinos, de aquella nación como Magos. Los tres magos que van a Belén es una referencia, o venganza hebrea, de cómo hasta los sabios de Sumeria tienen que conceder que el verdadero dios es el hebreo. La mayor parte de la angelología y demonología judía que pasa al cristianismo eran asimilaciones judías de las divinidades de su pueblo vecino. Tenemos de esta forma que en la Edad Media los magos eran los Hombres que, en contacto viviente con lo sagrado, eran Hombres capaces de causar cambios en conformidad con la Voluntad.


Sebastian Ohem 93 93/93

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