La idea de la propiedad intelectual nace en el siglo XX, no siempre existían leyes de copyright. Ni Shakespeare, ni Goethe, ni Kant, ni Poe, ni Puccini, ni Mozart, ni los grandes clásicos necesitaron nunca leyes para que el Estado protegiera la información que creaban. ¿Cuántos como Goethe tenemos hoy en día? En parte por el monopolio de la información.
¿Qué protege la propiedad intelectual? Protege el producto del razonamiento, o talento. ¿Cuál es este producto? Pueden ser fórmulas químicas, para el caso de los medicamentos, pueden ser programas de computación, pueden ser poemas, obras teatrales, piezas musicales, películas, etc. ¿Qué tienen en común todas estas? Que son ideas, pero más importante, que es información. ¿Qué es la información sino el ordenamiento particular de ciertas palabras o símbolos? Si contestamos que las ideas son algo más metafísico estaremos en peligro de caer en el subjetivismo y las leyes no pueden nunca ser subjetivas, sino que deben ser claras y objetivas.
Un libro, por ejemplo, es el ordenamiento particular, una particular concatenación de letras. Una canción es el ordenamiento particular de notas musicales. Una fórmula química, para la medicina por ejemplo, es el ordenamiento particular de símbolos y cifras. El orden de las cosas no puede ser objeto de protección estatal, pues cualquiera puede ordenar las letras de cierta forma.
El orden de ciertos elementos puede ser reproducido por diversos medios, por ejemplo, si tuviéramos un software capaz de mezclar letras al azar a gran velocidad a lo largo de un siglo sin duda alguna habríamos formado oraciones congruentes y, probablemente, habríamos escrito un libro entero, quizás un libro que aún no se publica. Como se puede alcanzar ese orden por distintos medios, ese orden no es exclusiva propiedad de una persona, pues claramente puede ser creada por otra persona.
La propiedad, o mejor dicho, el derecho de propiedad, es un derecho necesario para los bienes que son finitos, como la tierra, las máquinas, la gasolina, etc. Nadie puede tener el mismo terreno que yo, pues no hay dos lugares idénticos, necesariamente sería otro lugar. La información, por el contrario, no son bienes limitados, al contrario, es infinita la cantidad de posibilidades que nos ofrece la imaginación.
Si no hubiera derecho de propiedad intelectual las corporaciones no podrían adueñarse de las marcas de máquinas, éstas máquinas podrían ser duplicadas por cualquiera, no solo por Caterpillar por dar un ejemplo. Las corporaciones no podrían ser dueñas de las fórmulas químicas de sus medicinas, por lo que habría más medicinas para todos, abaratando su precio y haciéndolas más accesibles para los pobres. Los "intelectuales" se verían obligados a escribir más, o a pensar más, en vez de buscar la fama mediática, enriqueciendo realmente la cultura del país. La música sería libre para todos y habría mucha más música.
La propiedad intelectual, mal llamada propiedad, únicamente hace limitados los bienes intelectuales, artificialmente limitados. La calidad desciende porque las grandes corporaciones son dueñas de marcas, y no de la calidad de sus productos, los precios suben y los pobres son quienes más lo resienten.
Sebastian Ohem 93 93/93
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