Nunca he tenido ocasión de preguntarlo, pero tengo la teoría que sí puede entender a Aquino, pero que un Tomás de Aquino nunca le entendería a él. Ésta suposición la extraigo de la respuesta de la primer pregunta, pero será mejor no adelantarnos.
La mente occidental es logo-céntrica. Desde el neoplatonismo, y sobre todo gracias a la escolástica, la filosofía europea siempre quiso ser racionalista, y después, cientificista. La metafísica la hicieron ciencia del ente en cuanto ente, y todos los juicios, aunque tan universales que la ciencia empírica no podría demostrarlos, debían poseer una coherencia e hilación de forma tal que un juicio fuese siempre la deducción necesaria de otro buscando que la filosofía sea como la geometría, una ciencia exacta.
El error es profundo, va más allá de si la metafísica es importanto o no, o de si la filosofía especulativa es o no es inútil. Para mantener breve esta reflexión me gustaría referirme a un punto en particular, la ciencia del ente en cuanto ente. Dos cosas habría que destacar, una la idea de la ciencia y la otra la idea de una ciencia del ente como ciencia más universal.
El occidental cree, porque esa es la palabra correcta "cree ciegamente", que las verdades de la filosofía deben ser evidentes en si mismas a todos y en todo momento. Esta noción es un prejuicio, en el sentido puro de juicio previo. Aún no ha dicho nada sobre la realidad que ya sabe que la realidad es de una naturaleza tal que a todos nos parece idéntica y donde nos serán evidentes las mismas cosas siempre, y siempre de la misma forma.
El ideal de la metafísica occidental es poder hilar 1+1=2 con una descripción de la realidad, por ejemplo, que de uno más uno es dos se siga lógica y necesariamente que los entes poseen esencia, forma y sustancia. El rigor matemático, creen ellos, tiene la ventaja que uno más uno siempre será dos. Curiosamente la lógica occidental y el logos matemático han buscado siempre explicar las realidades que nada tienen de matemáticas, como la existencia humana.
El otro error, el creer que la ciencia del ente en cuanto ente es la ciencia (o discurso) más universal, es un error más grave. No hay discurso del ser, solo de lo que es, ¿y si lo que es y el Ser no son la misma cosa? Los metafísicos, los cristianos sobre todo, creen (o saben) que no son lo mismo, pero creen que como hay una distancia infranqueable entre lo que es y el Ser entonces no puede haber discurso del ser. Incluso la teología ha buscado siempre el rigor matemático.
El espíritu hindú no cometió esos errores. Su metafísica es realmente una metafísica, es decir, un saber conceptualmente abarcador, un saber del ser. No busca ser matemático o geométrico, pues reconoce que hay dos planos, el vertical y el horizontal. El plano horizontal es el matemático, lo material, y el campo de la ciencia profana. El plano vertical puede ascender o descender, es lo espiritual, y el campo de la ciencia sagrada.
Aún si tradujéramos las palabras hindúes al castellano aún así la mente metafísica occidental, tan obsesionada por la precisión geométrica o por preservar sus dogmas, no podrían comprenderle, pues el metafísico occidental se mueve horizontalmente, mientras el metafísico oriental asciende.
Sebastian Ohem 93 93/93
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