Julius Evola explica que las sociedades prehistóricas que vivían alrededor de un tótem no creían que el tótem estuviese vivo y fuese su dios. Concebían al tótem como un depósito de mana. El mana (aunque con distintos nombres en distintas culturas) era una especie de energía de la buena suerte, cuando se acaba el mana se acaba la buena fortuna. El mana era también parte del alma (en las épocas doradas antes de que "alma" fuese sinónimo de conciencia moral) y subyacía a los sentidos, era la vitalidad de la persona.
Si el sujeto no era iniciado en las leyes de su pueblo cuando moría su mana se iba al tótem. Si había vivido su vida conforme a las leyes de su pueblo entonces superaba el tótem y su espíritu permanecía individual superando la muerte. El tótem era una especie de batería de mana que les daba a todos buena fortuna, pero a su vez era un reto a superar. Era una buena razón para vivir conforme a la ley y superarse a sí mismos.
Cuando el espíritu regresa al tótem se pierde toda individualidad. En cambio, el vivir en la ley, en el dharma, producía la individuación del sujeto. Mediante el dharma, es decir, mediante la ley el sujeto dejaba de ser meramente sujeto del mana para convertirse en individuo.
¿Qué era una persona que no vivía en el dharma? No era un individuo, no era una persona, sino un sujeto de mana. Era un ser vivo, como las plantas y los animales, que vive, crece, se reproduce y muere y cuyos ciclos, así como los ciclos de sus hijos y los hijos de sus hijos, eran idénticos. Los que vivía en el dharma se conocían a si mismos, sabían sus límites y buscaban superarse a si mismos, veían la necesidad de cambiar y ser mejores.
La modernidad ha traído el mito de la igualdad donde son iguales el que vive en el dharma como el que no lo hace. Supone que es tan persona quien vive su vida borracho y violando que el santo que existe enteramente en la Ley.
Lo único que la modernidad ha traído ha sido el olvido del dharma. La ley ha sido olvidada, pues creían que si olvidaban la ley serían libres, pues ya no quedarían más leyes que seguir. Ignoraban que la Ley era lo único que puede traerles individuación y, por ende, libertad.
Ésta es la Ley 93 93/93
Sebastian Ohem 93 93/93
1 comentario:
El Genio mayor de toda individualidad, el Anima Mundi, es decir, el mundo psiquico, el Daimon celeste o astral (no el inmortal o supraceleste), totem, matriz, o alaya vijnana del Budismo, o como se llame es concretamente un depósito de donde sale la herencia psíquica que conforma al ser como individuo, como "fulano de tal", herencia psíquica que es asimilada por una naturaleza compatible pero que viene de distintas fuentes particulares, desde seres humanos muertos a muchas otras cosas. Tu mueres, tus características psiquicas (tus apetencias, tus pensamientos, tus setimientos,etc.) se disuelven, no pasan, porque se han formado como resultado de las percepciones de tus cinco sentidos, es decir, pertenecen al cuerpo, son psicosomáticas, van al Genio mientras tu transmigras, y luego salen del Daimon y tu herencia psíquica pasa a uno o varios individuos que están naciendo, y que van a representar la posteridad del difunto. Esto es metempsicosis, lo que verdaderamente re encarna, porque tu verdadero ser transmigra, es decir, pasa a un estado distinto del carnal o corporal.
Esta es la verdadera explicación de lo que es el "totem" y del proceso ocurrido tras la segunda muerte.
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