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thelema en español: Magia(k) y herramientas mágickas parte 1

domingo, 9 de noviembre de 2008

Magia(k) y herramientas mágickas parte 1




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Siempre es, y siempre será, problemático el presentar las cuestiones relacionadas con la magia desde una perspectiva filosófica. Sus dificultades son principalmente dos, la primera es qué entendemos por magia, y la segunda qué entendemos por filosofía. Es obvio pues que la discusión filosófica sobre la magia es un terreno que ha quedado largamente desocupado, por ende se ha vuelto para muchos (los que no tienen paciencia) un terreno inhóspito, considerando así el “filósofo”, o cualquiera se autonombre “persona racional”, a condenar a la magia por superstición o por moralmente indeseable.

La dificultad es superada, como cualquier dificultad en filosofía (y en la vida entera, me atrevo a decir), por la correcta aplicación de conceptos. Me explico, los cristianos primitivos no podían concebir a los politeístas griegos pues al conocerles y estudiarles transportaban sus categorías monoteístas, esto es decir “metafísicas”, sobre las categorías de los griegos. Las categorías de Eón no corresponden a las del Eón anterior, y esto es evidente por el sentido común. A un niño se le explican las cosas como a un niño, no como a un adulto, a un ingeniero se le explican las cosas como a un ingeniero, no como a un filósofo, y así con todas las cosas. Si bien es evidente al sentido común que los temas han de tratarse desde las categorías de los temas mismos, es decir, si hemos de estudiar la religión hindú debemos abstenernos de hacer juicios que procedan de nuestras categorías, no es tan evidente que los cambios de un Eón a otro son básicamente cambios categoriales, del politeísmo al monoteísmo cristiano, de éste a la thelema, o bien, del lado de la filosofía, de las categorías aristotélicas sobre el lenguaje y la metafísica, al léxico heideggeriano de la filosofía contemporánea, en ambos casos, por más que parezcan paralelos o incidentales entre sí, estamos hablando de lo mismo. De este modo no podemos discutir qué quiso decir Platón en este o aquel diálogo desde las categorías de la filosofía contemporánea como tampoco podemos discutir a Nietzsche, Gadamer o Heidegger desde las categorías de Leucipo o de Platón, tales discusiones son solo juegos de palabras, interesantes quizás, muy entretenidos pero no podrían llegar a ninguna conclusión seria.

De esta manera si nos proponemos a ensayar algunas ideas en torno a las armas mágicas, qué son, cómo se utilizan, porqué son “mágicas”, cómo se hacen “mágicas”, etc., no sería apropiado tomar la perspectiva del Eón de Osiris y decir que la vara tiene en sí misma la esencia de “lo mágico” o sentencias de semejantes metafísicos, sino que convendría más, para llegar a conclusiones serias, adoptar las categorías (o lo que es igual “perspectivas”) del Eón de Horus.
Antes que nada vale la pena ahondar en ciertos temas, en primera instancia qué es el “poder” del que se habla cuando dice “poder mágico”, y también sobre la naturaleza de una herramienta o arma. Sobre Magick ya se ha hablado en otros artículos, pero me parecen fundamentales los teoremas que lleva a cabo Crowley en su “Magick Book4”, que se pueden leer en esta página.
Existe gran confusión en torno al tema de “las energías” o de los “poderes mágicos”, éstas confusiones, causadas por la ignorancia común y el New Age, son superadas con absoluta sencillez con dos terceras partes de sentido común y una pizca de paciencia. Antes que nada, y a manera de consejo, por norma general si algo “suena mal” hay que recurrir a revisar palabra por palabra, si se habla de “las energías”, no hay que pretender que la palabra “energía” tenga otra definición que la usual (o sea, como energía eléctrica, o cuando decimos “tengo muchas energías para trabajar”, etc.), esto no es sino recurrir al sentido común, colocar todo en contextos y de la manera más sencilla posible.

Los primeros dos postulados de los teoremas de Crowley son particularmente bien explicados y sencillos de entender. El segundo postulado enuncia que: <<“Cualquier cambio deseado puede ser efectuado por la aplicación del correcto tipo y grado de Fuerza del modo adecuado, a través del correcto medio al correcto objeto.”>>, es decir, si quiero hacer una taza de café necesito una taza, un poco de café y agua caliente, no importa si canto y bailo alrededor de la mesa por dos horas, o si sacrifico perros callejeros a la luz de la luna mientras predico frases en latín y hebreo, si no tengo café y agua hirviendo, y alguna clase de contenedor donde colocar y mezclar ambos componentes, no tendré café para beber. Requiero aplicar la fuerza de mis manos y brazos en poner el agua a calentar, reuniendo la energía eléctrica que se convierte en calorífica, en el correcto medio que sería alguna clase de recipiente metálico para después servirme la taza con café, soluble o cómo sea. Aquí están las famosas “energías”, que no son si no la energía del cuerpo, la energía eléctrica, la fuerza de gravedad (que me mantiene unido a la Tierra, y a mi cafetera por supuesto), y otras energías y fuerzas que nada de sobrenatural o extraño tienen. Esto es un ejemplo de aplicar el correcto tipo y grado de fuerza, a través del correcto medio al objeto adecuado.

Lo mismo ocurre cuando se habla de los poderes mágicos. Tan solo basta con hacer precisiones lingüísticas para comprender cabalmente las cosas, primero “magia”, la definición de Crowley es: “Magia(k) es causar cambios en conformidad con mi Voluntad”, desde hacer café y cepillarnos los dientes hasta el cambio que se quiera, siempre y cuando sea en conformidad con la Voluntad (no toco el tema de la voluntariedad de los actos pues es un tema que se ha abordado ya en otros artículos). En segundo lugar falta por profundizar en la palabra “Poder”, ésta es una palabra que nos evoca demasiadas imágenes y prejuicios, hay quien al escuchar esta palabra piensa en un Estado represor o algo semejante, pero a la vez usamos esta palabra cuando decimos “puedo irme caminando”, o “el perro puede subir las escaleras”, y así parece que nos referimos a dos palabras completamente distintas, cuando en realidad hablamos de una misma cosa. La palabra “Poder” debe entenderse siempre, en su sentido más originario, como “Manifestación de la Voluntad”, de modo que siempre que hacemos algo porque es nuestra voluntad, es decir, al hacer magia(k), ejercemos poder.

También se puede comprender de la siguiente manera: Cuando un presidente, rey, emperador o cualquier sujeto que normalmente diríamos que está en una “situación de poder” decide hacer tal o cual cosa, desde subir o bajar impuestos, hacer carreteras, cualquier cosa, decimos que “ejerce el Poder”, y es cierto, pues manifiesta que es su Voluntad que se hagan más puentes o carreteras, manifiesta su voluntad, es decir, ejerce el poder de distintas formas, sea mediante un edicto, una ley, o con algún formulario burocrático.

Es lo mismo a cuando usamos la palabra “poder” en su sentido de “se puede hacer tal cosa” o “X puede Y”, esto es, en su acepción más aristotélica como “potencia”, por ejemplo: “la semilla puede convertirse en árbol”, “la roca puede caerse del precipicio”, “el árbol puede incendiarse”, aquí usamos la palabra “poder” o “puede”, de una manera que nada tiene que ver con el mundo de lo político, sin embargo su procedencia lingüística y genética es el mismo. Cabe hacer notar que lo que conocemos de Aristóteles es, en un principio al menos, “traducido” o “interpretado” por la escolástica medieval, cuando Aristóteles se refiere a que las cosas poseen “potencias” (cuya definición básica es: capacidad de ser otra cosa) no quiere decir que el árbol posea en sí mismo una cualidad invisible e inmedible de que se prenda fuego, sino que lo dice en un sentido más casual, más de sentido común, esto es, que debido a su naturaleza (en el hecho de que es de madera, tiene hojas, o quizás que está expuesto al fuego, etc.) el árbol puede incendiarse. Las potencias no son, pues, cualidades sobre-naturales (como ajenas al mundo natural, existiendo en una dimensión alterna o cosa semejante) sino características de la cosa que le permite ser otra cosa, moverse o cambiar, sea moverse como cuando decimos “la roca puede caerse del precipicio”, o convertirse en otra cosa como cuando decimos “la semilla puede ser un árbol”.

Ahora bien, digo que “poder”, cuando se usa para el mundo de la política, y “poder” como potencia o capacidad de cambio, se remiten a un mismo origen (sea este meramente lingüístico o histórico) en el siguiente sentido: Aristóteles al decir que la potencia reside en la naturaleza de la cosa, define a su vez “naturaleza” como principio de movimiento, aquello posee naturaleza es lo que posee el “movimiento en si mismo”. Ahora bien, es siempre complejo el concepto de movimiento en Aristóteles, más aún en un ensayo, pero basta con decir que la definición quiere expresar la idea de que, en primer lugar existe el movimiento (ahora nos suena obvio pero para los Griegos consistía en un problema lógico de grave importancia, pues no entendían como la semilla va del no-ser árbol a ser-árbol, de la nada al ser), y en segundo lugar que “movimiento” es lo esencial de “Naturaleza”, que el ente natural tiene en su ser la capacidad de moverse o de ser movido. Poder y Cambio (de estado, del hielo al agua, o de lugar, de la izquierda a la derecha, y todos los tipos de cambio posibles) van de la mano en el lenguaje y en la filosofía, todo poder es un cambio, o capacidad para el cambio.

Ahora bien, todo cambio es cambio de energías. Nuevamente insisto en que no se trata de una sentencia dogmática, o de algo “new age” como lo que se lee en libros como “canalice las energías cósmicas en los cristales” o publicaciones semejantes. Cuando el hielo cambia a agua sucede una transferencia de energía, la temperatura por ejemplo ha subido, y el calor es una energía, la consistencia molecular del hielo, cuando las moléculas se reúnen para cristalizarse, se disipan lo suficiente para pasar de un cristal a un líquido, y eso es un cambio de energía.
De modo que los conceptos, típicos en el ocultismo, de “energías” y “poderes mágicos” van muy de la mano. En toda operación mágica hay una transferencia de energía, de la energía de mi cerebro a la energía que se gasta en el esfuerzo muscular para poner la cafetera a funcionar, que a su vez implica que se transforma la energía eléctrica en calorífica, para finalmente beber mi café y transformar sus componentes en carbohidratos o proteínas (o lo que sea que componga al café).

Este artículo concluye en la segunda parte: http://thelemita.blogspot.com/2008/11/magiak-y-herramientas-magickas-parte-2.html

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