Muchas veces concebimos a la modernidad como la época del individualismo, particularmente en nuestros días. Podemos cambiar el tono de nuestros celulares a nuestra canción favorita, incluso elegir una canción distinta para cada celular, podemos vestirnos de millones de formas posibles, personalizando nuestras combinaciones favoritas, podemos entretenernos a nuestro modo con los miles de canales de televisión, páginas de internet, juegos de video, etc., podemos escoger una de las cientos de carreras que existen, más que en cualquier otro momento en la Historia, podemos cambiar de religión a aquella que más nos acomode, y así podríamos alargar la lista indefinidamente. Lo esencial aquí es esta moda de personalizar nuestro ambiente. Ésta es la ilusión del individualismo moderno.
Esta personalización de nuestro ambiente implica que conozcamos nuestra persona. ¿Cuando personalizamos qué tanto hay de nuestro ser y qué tanto hay de la sociedad?
Nietzche aborrecía el concepto del "Yo", para él era una ficción regulativa, una invención cómoda. Pero ¿si no soy yo, quién soy? Para Nietzsche cada persona es un conjunto de experiencias, interpretaciones ajenas y fragmentos del espíritu de la época.
Heidegger lleva esto un paso más allá cuando se pregunta, ¿quién es el que es en el mundo? Se responde que, casi siempre, o como dijera él, en la "cotidianeidad" el "se" es el que es en el mundo. Este "se" quiere decir el conjunto de interpretaciones ajenas, como cuando decimos por ejemplo: "Se" come con cuchillo y tenedor, "se" estudia para aprender, "se" escribe en un blog para mantener bitácora, "se" le abre la puerta a las damas, "se" usan calcetines con el zapato, etc. Nadie sabe quién inventó esas reglas, y esa es la esencia de "se", es el anonimato del conjunto impersonal de voluntades ajenas. Pocos son ellos mismos en el mundo, y eso a veces, ¿quién podría ser él mismo todo el tiempo? Solo un dios ("yo soy el que es").
Este anonimato escoge por nosotros todas estas formas de personalización de las cosas a nuestro alrededor. Pero, ¿para qué sirve, o debería servir, la personalización? Para reflejar nuestra persona, para lo cual hay que conocer a nuestra persona, y para ello hay que buscarnos.
Tenemos muchas opciones para buscarnos a nosotros mismos, pero ¿realmente hacemos uso de las comodidades del mundo moderno para buscarnos? Da la impresión que muchas veces hacemos uso de aquellas comodidades precisamente para lo inverso, para perdernos. No es casualidad que en esta época el entretenimiento sea una de las industrias más importantes. El entretenimiento es necesario, pero nunca debemos olvidar que entretenerse quiere decir tenerse a uno mismo entre varias cosas.
Cuando nos dejamos absorber por la televisión estamos entre nuestra existencia y el mundo ficcional. Cuando nos entretenemos no estamos en un lugar solamente, sino en varios.
Es muy difícil encontrarse a uno mismo cuando estamos en distintos lugares.
Sebastian Ohem 93 93/93
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