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thelema en español: Tiempo y Voluntad, en Liber Al I:44

viernes, 7 de noviembre de 2008

Tiempo y Voluntad, en Liber Al I:44

Interpretación del I:44 del Liber Al Vel Legis: "Tiempo y Voluntad"
Por: Sebastián Ohem.

From thelema en español


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Para explicar el versículo 44 del primer capítulo del Liber Al Vel Legis: <<“Pues querer puro, libre de propósito, rescatado de la lujuria de resultado, es perfecto de todos lados.”>>, es necesario abordar tres temas por un lado una introducción al pensamiento de Heidegger, en segundo término la idea de “tiempo” en los budistas y finalmente concluiremos con la relación entre Voluntad y Tiempo, de esta manera entenderemos, desde la filosofía occidental, la relación entre el sujeto y el Tiempo, luego la concepción budista del Tiempo, muy cercana a la de Heidegger, y finalmente la relación entre Voluntad y Tiempo.

Se puede decir, grosso modo, y de manera un tanto grosera que Heidegger relaciona, sino es que iguala, al ser con el Tiempo. La crítica de Heidegger a la filosofía occidental que, según él, termina en Nietzsche, es que no es metafísica del Ser, sino metafísica del ente, es decir, no es una pregunta por el sentido del ser, sino una pregunta por la cosa en sí, o estar-ahí, aquello ha llevado a la filosofía al nihilismo, en tanto que el ente es instantaneidad, es el ser en su modalidad de presencia, pero el ser no es solo presencia, en el ser hay pasado, presente y futuro.

Es por ello que en “Ser y Tiempo” Heidegger desarrolla una hermenéutica del Dasein, es decir, una fenomenología de la hermenéutica, pues el ser solo puede tener sentido para quien pueda preguntar su sentido, que es el Dasein, el lugar en el que el ser pueda aparecer, por eso se pregunta siempre por el sentido del ser, ya que preguntar por el ser inmediatamente hace referencia al sentido del ser. El ser pues, tiene sentido frente al dasein, pero a la vez el ser determina las circunstancias al dasein, y por ende esta relación entre el dasein y el ser es anterior a la dualidad entre sujeto y objeto.

Resumiendo esta introducción, Heidegger pregunta por el sentido del ser, y no por el ente o la sustancia (como toda la metafísica desde Parménides hasta Nietzsche). La sustancia o ente es el ser en su modalidad de presencia, pero el ser es no solo presente, sino también pasado y futuro. El ser tiene sentido solo frente al dasein, y éste a su vez es determinado o condicionado, es decir, posee sentido, frente al ser, a través de las circunstancias.

Esta idea del tiempo como determinador no es nueva, los budistas dedican una gran cantidad de literatura al tema, en “Imágenes y símbolos” de Mircea Eliade, el historiador de las religiones explica:
<<“Para los budistas (mahâyânicos), también el tiempo se constituye por un flujo continuo (samtâna), y por el hecho mismo de la fluidez del tiempo, toda “forma” que se manifiesta en el tiempo no sólo es perecedera, sino también ontológicamente irreal.”>>

Para los budistas entonces la existencia y no-existencia no son las diferentes apariencias de una misma cosa, sino la cosa en sí misma. Hace notar este autor que el filósofo budista Cantaraksita explica “la naturaleza es en todo instante su propia instantaneidad, hecha de un número considerable de éxtasis y de destrucciones.” La idea general es pues que la realidad es un flujo continuo de éxtasis y destrucciones, de ser y no-ser, toda forma manifiesta es irreal en el sentido más profundo de la palabra.

Es importante detenernos un momento en esta idea para apreciar el alcance de esta perspectiva, la realidad misma, con su multiplicidad de “apariencias” es tiempo, es un flujo continuo, el Tiempo se convierte, como se habría de convertir en toda civilización, en el juez último, en el rostro de la fatalidad que anuncia al Hombre que habrá de morir, que es, para Heidegger, la manera por la cual el Hombre, quien se reconoce como proyecto, es decir, que se ve inmerso en el tiempo, en las circunstancias e interpretaciones, hace uso de la conciencia de la muerte, de la propia finitud, como dadora de sentido a su existencia.

El tiempo, la Historia, la tradición, la memoria, el lenguaje (que acarrea consigo una tradición de pensamiento), etc., determinan las circunstancias de entre las cuales se enmarca nuestra existencia, nacimos en un mundo ya hecho, en una serie de circunstancias no decididas por nosotros que nos condicionan (no nos determinan totalmente), la conciencia de nuestra finitud en el tiempo, entiéndase la muerte, nos revela a la vez dos cosas significativas, por un lado que no viviremos para siempre y tarde o temprano habremos de morir, momento para el cual es deseable haberse realizado en la vida y haber vivido una vida feliz, pero por el otro lado el segundo descubrimiento es más macabro, que el tiempo no depende de nosotros, es decir, que nacemos en él, somos lanzados desnudos, mojados y gritando hacia el tiempo para finalmente expirar en él, pero el tiempo no se detendrá y la Historia seguirá; sombrío en verdad es pensar que algún día la gloria de Alejandro Magno se olvidará, como sin duda hemos olvidado a tantos otros gloriosos personajes.

Como es tan solo natural al Hombre, los budistas, al ver que la existencia es condicionada en la nada, en el flujo continuo, rodeados de cosas que son existencias y no-existencias, buscaron alguna manera de escapar de ello, de liberarse del verdugo que es el tiempo, después de todo es solo natural al Hombre el desear la libertad.

En muchas ocasiones Buda nos recuerda que él trasciende los eones, es decir, el flujo del tiempo cósmico, que no se halla ligado al tiempo, lo ha superado, para él no existe ni el pasado ni el futuro, es decir, tan solo queda el presente-total, el éxtasis de los místicos, la no-duración. Es por ello que el Yoga posee como finalidad la supresión de los estados de conciencia, y para ello comienza por detener o inmovilizar sus estados de conciencia, entiéndase el flujo psíquico-mental. Cuando se alcanza esta supresión de estados de conciencia, esta iluminación mística, se vive en el presente eterno, y por ende la iluminación se da instantánea, es decir, no procesal, llega repentinamente.

Entonces cuando hablamos de iluminación, nos referimos a la salida del tiempo, lo cual es paradójico, como cualquier vía mística, pues para alcanzar la iluminación se deben superar los contrarios, salirse del tiempo profano y penetrar en el tiempo divino.
Ahora bien, esta dicotomía, muy usada por Mircea Eliade, vale la pena explicar con más calma. La diferencia que establece Eliade, cuando estudia los rituales, entre el tiempo profano y el divino es una diferencia cualitativa, “misteriosa” si se le quiere llamar así. Eliade hace notar que durante las liturgias o los rituales religiosos, se parte de que tal tiempo sucede no como el tiempo ordinario, sino que el ritual comienza cuando el otro terminó, como si el lapso de tiempo en el cual se sucede el ritual religioso, sea cual sea, no sea igual al tiempo común. Por ejemplo la misa católica, es como si comenzara donde la otra terminó, y el lapso de tiempo entre una y otra misa no haya sucedido, este “tiempo divino”, permite al místico alivianar la presión del tiempo, o escapar de él siquiera por un momento.

En el Yoga ocurre algo semejante, sin importar la rama, todo ejercicio de Yoga, de concentración o meditación “aísla” a quien lo practica, le sustrae del flujo de la vida psico-mental y, por consiguiente, disminuye la presión del Tiempo. Eso no es todo, la “destrucción del subconsciente”, la “combustión” de los “vâsanâs” que son definidos en el Yoga como la vida subliminal, o la vida del inconciente, poseen su origen en la memoria, no solo individual sino colectiva, ésta última transmitida a través del lenguaje y tradiciones (semejante al inconciente colectivo de Jüng).

Es así que el yogin busca primero modificar el inconciente para luego purificarle, quemarle y destruirle, esto es, liberarse de la memoria, abolir la obra del tiempo. Esta idea de abolir la obra del tiempo no es única de los hindúes, lo podemos ver a través de numerosos mitos donde la Tierra es destruida y renovada periódicamente, se purifica porque se borra la memoria, el tiempo, sea a través de diluvios o fuego. El Universo se destruye en los mitos antiguos para poder rehacerlo sin “pecado”, piénsese en el mito del diluvio en la Biblia, esta purgación la encontramos también en rituales, las confesiones públicas, los chivos quemados por los israelitas, en fin, toda abolición del pasado.

Con esto se muestra que la búsqueda por la liberación del tiempo no es exclusiva de los Hindúes, sino que es universal a todos los pueblos, es también importante destacar que, y esto sobre todo en los budistas, la Maya, no es solo ilusión que se da en el Tiempo, sino que además es fuerza creadora del ser absoluto, es decir, en última instancia la gran ilusión cósmica es una hierofanta, por ello el vivir en el Tiempo no es una mala acción, la única mala acción sería creer que no existe nada fuera del tiempo, pues se vería devorado por el tiempo, menospreciando de la eternidad.
Podemos entonces observar tres ideas rectoras en esta concepción del Tiempo, en primer lugar que la realidad frente a nosotros, la Maya o ilusión, de la multiplicad de los entes, es un flujo continuo, y que los entes son en sí mismos irreales en tanto que se componen ontológicamente de existencia y no-existencia. La irrealidad a causa del flujo del Tiempo, si bien matizada, aparece en Heidegger en su crítica a la metafísica occidental, que al abordar solo la sustancia o ente, se estudia el modo presencial del ser, pero no al sentido del ser en cuanto tal, conduciendo al nihilismo, que es el equivalente a ser devorado por el Tiempo. La segunda idea rectora es que el salirse del Tiempo es una vía mística, y que por tanto comprende la superación de las dualidades, Heidegger cuando concluye que el ser solo posee sentido frente al Dasein, y que éste solo posee sentido frente al Ser logra llevar una hermenéutica que está más allá de la dualidad entre sujeto y objeto, rectora de siglos de filosofía occidental, y por ende tal dualidad es en realidad una ilusión. La tercera idea principal es que el salir del tiempo no es exclusivo al Yoga, sino universal a todos los pueblos y en cierto sentido a toda mística.

Ahora bien, parecería que nos hemos alejado del tema esencial del presente ensayo, que es la correcta interpretación del versículo cuarenta y cuatro del primer capítulo del Libro de la Ley, cuando en realidad esto no es así, sino por el contrario, finalmente podemos comprender a qué se refiere la idea de una voluntad emancipada del capricho, de la intención.

Este querer puro, aquella querencia o impulso vital que es libre de propósito, “rescatado” (es importante el hincapié en esta palabra) de la lujuria del resultado, es perfecta en tanto que es real, en el pleno sentido de la palabra, está fuera del tiempo, o más allá del tiempo.
En efecto, el que el deseo se purifique del propósito quiere indicar que no es referencial, en tanto que todo propósito designa una meta distinta al deseo mismo, el propósito enmarca a la Thelema, es decir, a la Voluntad, a un estado de estar-ahí (lo hace ente, o lo hace cosa, lo “cosifica” en ese sentido).

El que esté libre de la lujuria del resultado indica que no se espera el resultado, en efecto, si no posee una meta, o propósito, no podría poseer un resultado, y por ende no podemos tener lujuria o ansias por el resultado. Esta lujuria por el resultado subordina a la Voluntad al Tiempo, hace del Tiempo el sustrato o fundamento de la Voluntad, más “real” en ese sentido, en vez de hacerlo al contrario, el querer puro que es rescatado de la lujuria o ansia de resultado es un querer, o un deseo, que está más allá del tiempo, más allá del flujo continuo e irreal de éxtasis y destrucciones, se convierte en presente continuo, en éxtasis, en el “orgasmo cósmico”.

He dicho que “rescatado” es una palabra importante en este verso, ¿qué quiere decir que se rescate al querer de la lujuria del resultado?, este rescate es un proceso, la palabra lo indica, que elimina al tiempo profano. Lo elimina de la siguiente manera, la lujuria es un deseo, o una querencia, un capricho superpuesto a la Voluntad Verdadera, a la Thelema, que subordina a la Thelema al Tiempo, por ende el rescate, o mejor dicho, el proceso por el cual la Voluntad Verdadera es liberado del Tiempo purifica a la Voluntad hasta alcanzar la Voluntad Verdadera, y el proceso es Magick (tema del cual ya se ha abordado en otros artículos).

El operar la Voluntad Verdadera es superar la dualidad entre objeto y sujeto mencionada al principio, y a la vez salirse del Tiempo, es la mística síntesis entre la mística de personalización y de despersonalización. La primera pretende que subordinar la Thelema a lo abstracto, a la Palabra, permite al individuo salirse del Tiempo, purga de todos los pecados, elimina al pasado y le da una nueva oportunidad al sujeto, sobre esto, y sobre los problemas que acarrea tal creencia pueden leer: sobre el logos y la Thelema desde la filosofía contemporánea, y en particular: sobre la adoración de la Palabra

La mística de despersonalización, que se asemeja a la concepción Heideggeriana, razón por la cual varios filósofos japoneses concluyeron que Heidegger era el primer occidental en comprender, desde la filosofía occidental, al Tao, sostiene que para salirse del Tiempo el sujeto debe “borrar la memoria”, es decir, modificar y destruir finalmente a los vâsanâs, a la vida psicológica, en última instancia al Yo, de modo que el Tiempo no tenga nada que oprimir, o nada sobre lo cual ejercer su presión, en tanto que el Yo desaparece, el Dasein se esfuma por decirlo en palabras de Heidegger.

La Thelema en cambio, en vez de destruir el Yo para que no quede nada que sujetar, que es el equivalente a quemar una ciudad con tal de que el enemigo no la pueda tomar, y en vez de adorar lo abstracto y pretender poner lo abstracto sobre lo real, se inclina a una síntesis entre ambos, no convertir la Voluntad del individuo en la Voluntad de lo Abstracto, de la Palabra o Logos, pero tampoco destruirla, sino fortalecerla, partiendo de que la realidad es devenir, es querencia o deseo, y por ende la Voluntad del individuo debe ser rescatada de la lujuria del resultado, sublimada por decirlo de alguna manera, a través de Magick, de modo que pueda conquistar al Tiempo mismo, en vez de huir de él o de destruirse. Es por ello que la Thelema puede ser resumida en la cinco V’s: Vi Veri VeniVersum Vivus Vici, que traducido del latín es “Por el poder de la Verdad, mientras viví, conquisté el Universo”. Esta conquista del cosmos interior, esta conquista sobre el Tiempo, y en cierto sentido sobre el “pecado” (en el sentido del verso “la Palabra de Pecado es Restricción”) es la esencia de la Thelema y su marca distintiva.

<<“Pues querer puro, libre de propósito, rescatado de la lujuria de resultado, es perfecto de todos lados.”>>

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